“Su majestad”, “el rey del desmadre”, “el aborigen mayor” son algunos títulos que cuelgan sobre la cabeza de Silverio
Saltillo, Coah.- “Su majestad”, “el rey del desmadre”, “el aborigen mayor” son algunos títulos que cuelgan sobre la cabeza de Silverio, Dj y músico que surgió de las profundas selvas de Chilpancingo, Guerrero para llevar su música tribal y primitiva a los incivilizados habitantes de las urbes del país. Una música potente y brutal que pone en contacto a su público con ese animal interior que todos llevan dentro, y cuya próxima lección de chamanismo musical será hoy en Saltillo.
Así, la bravura e irreverencia del músico desnudará, de forma metafórica y literal, a todos esa comunidad que se de cita en Local Beer Dealers a las 20:00 horas, con una serie de samples rústicos que buscan, más que nada, la liberación “al mover el esqueleto”, como suele decir Silverio en sus presentaciones, que parecen viajes sicódelicos motivados sólo por la música.
Pues como señala “hay una relación fundamental entre la música y el baile: si hay música hay baile, tiene que haber movimiento, relación con el cuerpo.Es una de las primeras formas que tenemos de entrar en ese trance y que, además, me gusta llevarlo al extremo para que la gente pueda sacar sus instintos más primarios y liberar un montón de cosas que justamente el entorno en general no nos permite sacar y que están constreñidos ahí permanentemente, y pues prácticamente a eso yo le podría llamar maltrato animal”, dice entre risas y añade que “a mí me gusta que la gente vaya y saque todo lo que tenga adentro, y eso puede ser a través de insultos, caricias, gritos, gemidos, como a cada quien pu** madre quiera que le salga del fondo de su alma”, explicó a Zócalo en entrevista.
Es por ello que los conciertos de Silverio son, para quienes lo conozcan, salvajes, y para quienes no, pueden ser extraños y reaccionarios, confrontativos de muchas maneras, una de ellas de ponerse al frente de la animalidad que la música provoca, el desfogue claro de una pasión oculta, una oscuridad liberada.
Así, los beats toscos, rudos y rústicos de su música electrónica, ofrece una puerta de salida a ese otro ser que guarda las buenas apariencias, es a su modo, una catarsis. Todo ello a través de una comunidad extraña de gente que se puede quedar en la línea segura de la periferia, o de quienes se arrojan a los leones sonoros de sus samples para ser despedazado con esa música brutal y primitiva.
“Hay una parte que definitivamente es catártica, o sea, para mí definitivamente lo es, y para todo aquel que lo quiera experimentar también está cordialmente invitado, porque si así te cuentas esa es la finalidad. Hay quienes se avientan y otros que no.
“Pero otra parte que me parece muy importante es considerar a la audiencia como parte del espectáculo en vez de sólo tenerla como un público pasivo que escucha una canción y aplauden y que me vayan a ver, yo lo que considero es que ellos forman parte del espectáculo, son el espectáculo, lo que realmente se va generando, digamos que yo prendo la mecha y ellos hacen el fuego”, explicó el también miembro de la banda Titán.
Por eso en sus conciertos todo está dejado al azar: desde que el primer beat golpea el ambiente, y anuncia el arranque de Silverio, el resto se deja al público. Uno que, espera el músico, sea activo en ese festejo del cuerpo porque “a mí me gusta trabajar con ellos, el público, y no sólo tenerlos como si fueran unos objetos o tratarlos como unos imbéciles que lo mejor que pueden hacer por ti es aplaudirte. En ese sentido, y aunque suene raro, yo decido que el show sea completamente interactivo como una especie de servicio a la comunidad”.
“En mis conciertos nunca se sabe lo que va a pasar, o sea, siempre me llevo sorpresas bastante grandes. El factor sorpresa para mí es muy importante, y eso es realmente lo que mantiene vivo también este show, que pues para mí genera situaciones bastante inusuales y fantásticas”, ahondó.
Por eso, en algunas de sus presentaciones ha habido ocasiones en que lo han bajado del escenario, como sucedió en Oaxaca, o las quejas del público que lo vio en su presentación durante el festival de música electrónica EDC en 2022. Todo ello, porque una de las marcas personales del Dj, junto a sus trajes brillantes, su bigote tupido y su corte de cabello, es el despoje de ropa, el desparpajo de su habla y su forma de transgredir a partir de su música para mantenerla simple y sincera, más allá de la moral de la corrección política.
“Pues, mira, o sea, realmente creo que a veces hay comunión y a veces no. Y eso forma parte del ejercicio que hago. Hay gente que dice que me parece una aberración y también se vale, que les parezca una cosa horrible. Hay otra gente que tiene sentido del humor como para poder entrar en el show o que entiende la energía que manejo, y hay otra que sinceramente no puede entrar y todo se vale. Y eso creo que también es bueno. Me gusta ver a la gente cuando no entiende el show, me gusta verles decirnos la jeta de ‘¿qué diablos está pasando acá?’ o de ‘wow, qué posibilidad. No puedo creer que existe una persona como esa’. También tiene su encanto para mí. No estoy aquí para agradarle a todo el mundo.
Así, el trance que induce la música de “su majestad imperial”, como lo llaman sus fans, es una válvula de liberación, un viaje a lo más profundo del instinto primario del cuerpo, y una puerta abierta a ese sótano oscuro del alma. Es, pues, una bandera de rebeldía en contra de la corrección política.
“Para mí la corrección política es una manera de censura extremadamente grave que impone la misma sociedad, la cual ha convertido a cada uno de nosotros en policía.Es una forma de fascismo.
“Por eso me cago en lo políticamente correcto, no creo para nada en ello, mucho menos en la música, o en la pintura, o en el arte, o en la poesía, o en la literatura. Lo políticamente correcto no tiene por qué existir en esos espacios porque estos funcionan, a su vez, explayarse a gusto y no para ser políticamente correcto”, concluyó.