El alcalde Anton Salman afirmó a AP que las condiciones han empujado al éxodo y migración en masa de sus residentes.
París.- Residentes de Belén, en la Cisjordania ocupada por Israel, tendrán por segundo año consecutivo una Navidad bajo la sombra de la guerra, que durante más de 14 meses ha asolado y destruido gran parte de la Franja de Gaza y cobrado la vida de más de 45 mil palestinos, según el ministerio de Salud del enclave; un recuento que no distingue entre civiles y combatientes, aunque garantiza que más de la mitad de las víctimas son mujeres y niños.
No es de extrañar entonces que este año, como el anterior, no esté el tradicional árbol de Navidad gigante en la Plaza del Pesebre ni las calles adornadas con decoraciones y luces. Este diciembre tampoco habrá bandas musicales, guirnaldas o luces de estrellas adornando el poblado, situado entre los montes de Judea, que según el último censo de 2007 contaba con cerca de 25 mil habitantes y que es —según la Biblia— el lugar de nacimiento de Jesús de Nazareth.
La guerra ha tenido su impacto negativo en todo Medio Oriente, pero especialmente en Gaza y en Cisjordania, regiones que al menos durante 77 años han sido considerados territorios palestinos de acuerdo con la ONU. Las economías locales, incluida la de Israel, han sufrido la pérdida de estímulos y el desplome del turismo, en medio de los combates y bombardeos y restricciones al movimiento.
En Belén, que años antes solía por esta época estar llena de turistas y visitantes a la basílica de La Natividad, las visitas han caído desde un tope de 2 millones en 2019 —previo a la pandemia del covid-19— a menos de 100 mil durante este 2024, según reveló Jiries Qumsiyeh, portavoz del ministerio de Turismo palestino.
Para un poblado cuya economía se sostiene del turismo, la guerra ha significado la caída de los ingresos locales y el deterioro de las condiciones económicas y de vida de sus habitantes. El 70% de los ingresos en Belén provenían del turismo, impulsado por sitios conmemorativos y lugares de interés religioso, siendo el principal de ellos la basílica de la Natividad, situada sobre una gruta en el centro del poblado.
Belén, que tiene apenas 30 kilómetros cuadrados, alberga cerca de 30 hoteles, 100 tiendas y 450 talleres que producen y expenden artesanías y artículos en su mayoría hechos a mano por locales, pero hoy la tasa de ocupación es apenas 3%, muchos trabajadores han sido despedidos y en el centro las tiendas lucen desoladas o cerradas.
El alcalde Anton Salman afirmó a AP que las condiciones han empujado al éxodo y migración en masa de sus residentes. Para hacer las cosas peores, después del ataque en masa de militantes de Hamás sobre el sur del territorio israelí del 7 de octubre de 2023, Israel tomó la decisión de cancelar los permisos y visados de trabajo a más de 150 mil palestinos, lo que ha elevado las tasas de desempleo: en Belén ronda el 50%, mientras que en toda Cisjordania es de 30%.
La llegada del invierno ha añadido una nueva calamidad para los palestinos que permanecen en la Franja de Gaza, donde residen 2.4 millones de personas, según datos de 2023 de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). Esta agencia informa que cerca del 90% de la población ha sido desplazada una o varias veces.
Un análisis reciente de los investigadores estadunidenses Corey Scher y Jamon Van Den Hoek estima que al menos 169 mil edificios han sido dañados o destruidos. Estos datos muestran que gran parte de la población ha perdido sus hogares, sobreviviendo en tiendas de campaña con temperaturas que pueden bajar hasta los 4 grados Celsius.
En Rafah, al sur del enclave, así como en el campamento de refugiados de Al-Mawasi, cerca de la costa; en Nuseirat o Deir al-Balah, en el centro; o también en Beit Lahia y Beit Hanoun, al norte, los palestinos ahora deben enfrentarse al frío, los fuertes vientos y la lluvia, mientras buscan alimentos, agua potable y medicinas, al tiempo que huyen de los combates y bombardeos incluso sobre zonas declaradas seguras por Israel.