Con un sueño por cumplir, David, estudiante, comenzó su proyecto, mismo que ha avanzado y le ha dejado un gran sabor de boca.
Saltillo, Coah.- Todavía no es Navidad, pero en el rancho Los Chipotes, a 50 kilómetros de Saltillo, ya viven la Nochebuena. Porque ahí, un estudiante de la Narro es el único que siembra en Coahuila la flor que México le regaló a fiestas decembrinas en todo el mundo. Mientras camina entre lo que parece una alfombra rojiverde navideña, David Ri-cardo Alcázar Villarreal, estudiante que este año se gradúa de ingeniero agrónomo en Horticultura en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, su padre lo observa orgulloso porque, a sus 22 años, ya está haciendo historia en el estado.
En esos terrenos que parecen inhóspitos y desérticos, en el límite de General Cepeda con Saltillo, a donde se llega por la carretera a Derramadero, David sembró, planta por planta, miles de ilusiones que a mediados de noviembre brota-ron con mágicos ramilletes de las 10 mil macetas con flor de nochebuena, que vendió en vi-veros y supermercados. Emprendedor Dice David que desde niño quiso ser agrónomo, por eso, al ingresar a la Narro y aprender sobre plantas y emprendimiento, cuando él y su novia Judith Álvarez decidieron hacer vida juntos, iniciaron un negocio de arquitectura de paisajes para jardines particulares y empresariales, comprando plan-tas en viveros o trayéndolas de otros estados.
Como parte del negocio, cadenas de supermercados pidieron que en la temporada decembrina les vendieran plantas de nochebuena, por lo que trajeron y comercializaron hasta 7 mil al año, alternando esa actividad comercial de sus estudios.
Un día llegaron él y Judith a la Narro con una traila llena de macetas de nochebuena, porque iban a presentar un examen con el doctor José Antonio González, a quien le platicaron que tenían que llevar esas plantas a un supermercado. El profesor les dijo que fueran a hacer la entrega, que luego les aplicaba el examen. “Nos puso el examen a Judith y a mí, y me preguntó ‘¿qué onda con las nochebuenas?’, le dije ‘las compro para venderlas, pero a mí me interesa producirlas’. Me dice ‘pues yo sí le quiero entrar, hay otro doctor que conoce muy bien el tema, el doctor Luis Alonso Bañuelos, le voy a llamar’”, cuenta David. Y así fue. Entre los tres aportaron conocimientos, asesoría y financiamiento, para iniciar como socios en partes iguales el nuevo negocio de producir nochebuenas en Coahuila, rentando un espacio en el rancho Los Chipotes, para instalar los invernaderos.
Regalo de México para el mundo
La flor de nochebuena no siempre llevó ese nombre, ni se usaba para adornar la temporada navideña, sino con fines medicinales. Así lo explica el doctor Leobardo Bañuelos Herrera, profesor investigador de la UAAAN, con maestría en Floricultura, especialidad en invernaderos en España, y doctorado en Fitomejoramiento.
Cuenta el doctor Bañuelos, que entre 1820 y 1830, el botánico norteamericano Joel Poinsett, siendo enviado como ministro de Estados Unidos a México, conoce la planta y se la lleva al país vecino, donde le dan mejoramiento genético y la comienzan a conocer con el nombre Poinsettia, en honor del investigador y diplomático.
Dice que con el tiempo, la gente comenzó a darse cuenta de que la floración de esta planta coincidía con el periodo en que se celebra la Navi-dad, cercano al 24 y 25 de diciembre, porque para florecer la planta necesita noches más largas y días más cortos, fenómeno que sólo se da en estas fechas del año. Por eso, según especialistas, a finales del siglo 19, la Iglesia católica ya usa esta flor para adornar iglesias y nacimientos de México y otras partes del mundo. Se sabe, por ejemplo, que la noche del 24 de diciembre de 1899, la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, fue adornada con la planta, que desde esa época fue rebautizada con un nuevo nombre. “De ahí adquiere el nombre de nochebuena, y así se populariza en todo el mundo. Por eso digo que es un regalo de México para el mundo”, indica Bañuelos Herrera.
En la sangre…
El interés de David Ricardo por las plantas y el emprendimiento tiene su origen en una semilla que heredó de su padre: el ingeniero Ricardo Alcázar Aguilar, egresado de la UAAAN. “Antes y después de salir de la Narro me dediqué a vender plantas, a comercializar y producir plantas ornamentales. Yo salí en diciembre de 1983, en octubre ya había iniciado mi negocio de viveros Las Palmas”, platica don Ricardo. El negocio se volvió un éxito trayendo plantas del centro y sur del país. Pero para aumentar la ganancia, decidió producir sus propias plan-tas, por lo que fue compran-do hectáreas en General Ce-peda, en sus límites con el sur de Saltillo, naciendo el rancho Los Chipotes, donde vio a su hijo David crecer y enamorar-se de la agronomía.
Por eso, cuando David, todavía estudiante, tuvo interés por sembrar nochebuenas para su venta comercial, lo apoyó ofreciéndole el rancho Los Chipotes, pues, aunque no es el primero en producir esas plantas en el estado, sí sería el único en la actualidad. “De manera comercial y con éxito, yo creo que es la primera vez que se produce nochebuena en esta zona. Hace como 40 años vi unos invernaderos de nochebuenas, del ingeniero Antonio Dewey, no tuvo mucho éxito. Pero mi hi-jo y sus maestros sí van a tener éxito, son muy profesionales y lo saben hacer muy bien”, expresó Alcázar Aguilar.
Experiencia previa
La iniciativa de David Ricardo Alcázar no fue el primer intento de producir nochebuenas en la Narro. El profesor Luis Alonso Valdez, con quien también se asoció el joven estudiante saltillense, cuenta de al menos dos experiencias previas. Doctor investigador graduado de la UANL, con maestría en la Universidad de Cha-pingo y doctorado en Texas AM, Alonso Valdez lleva 11 años como maestro en la carrera de Horticultura de la UAAAN, aunque previamente trabajó en la producción de nochebuena, de manera experimental, en Xochimilco, conocimientos que trajo a la Narro. “Por insistencia de alumnos estudiantes de licenciatura ahí en horticultura, lo empezamos a hacer, si no mal recuerdo en 2017-2018, y tuvimos mucho éxito, ellos obtuvieron su tesis de licenciatura, pero a la vez nos dio la oportunidad de conocer cómo se adaptaba esta planta a la zona del sureste de Coahuila”, cuenta el doctor Luis Alonso.
La última vez que produjeron 500 plantas de noche-buena en los invernaderos de la Narro, el 40% las usaron para la investigación y el res-to las comercializaron. Eso fue en 2019, y cuando planeaban la siguiente producción llegó la pandemia por Covid-19 en 2020 y se canceló el proyecto. “Pero a insistencia de Da-vid, invita al doctor José Antonio González, y luego ya el doctor Luis Antonio, como él me conocía y sabía que tenía experiencia en este cultivo, me invita y así es como nos enrolamos en este proyecto”, com-parte del doctor Valdez.
Grandes ventas
Con esta técnica, lograron que en días previos a la Navidad las ventas al mayoreo y al menudeo de nochebuenas producidas en Coahuila estén vendiéndose o ya terminaron de venderse en supermercados o viveros, y otras más que compañeros de la Narro le pi-den para vender en menor es-cala y obtener ganancias. Señala que producir nohebuenas en Coahuila le eleva las ganancias, pues no pagan flete, evita que tengan que viajar a comprarlas ante el peligro de la inseguridad en otros estados y les da mayor durabilidad a las plantas, al tener menos tiempo de sembradas.
Ahora que lograron producir de manera comercial esta planta en Coahuila, incrementarán a 20 mil el próximo año iniciando el proceso en enero, con el objetivo de llegar en algún momento a 100 mil plan-tas por año, pues pretenden abastecer no sólo el merca-do de Coahuila, sino de Nuevo León, San Luis, Zacatecas o Durango. “Me da mucho orgullo, siento que podemos llegar a hacer que Coahuila sea productor de plantas como en el centro o sur del país y distribuir aquí mismo nosotros”, comenta David Alcázar. Así que, si la nochebuena que familias compraron este mes todavía les dura con to-nos verdes y rojos brillantes adornando la celebración del año nuevo, seguro que es de las que produjo este joven saltillense, estudiante de la Narro.