‘El cristal es la perdición’ – Zócalo
‘El cristal es la perdición’

. Cristo Vive complementa la rehabilitación con el apoyo biblíco. | Foto: SILVIA MANCHA

‘El cristal es la perdición’

Silvia Mancha
Zócalo | Monclova

hace 9 months

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Monclova, Coah.- Para motivar a jóvenes y adultos a salir de las garras de las drogas, dos internos del centro de rehabilitación Cristo Vive, contaron a Zócalo Monclova su testimonio de cómo han conseguido liberarse de ese infierno.

Jesús García, de 24 años de edad, originario de Ciudad Acuña, dijo desde los 11 años de edad empezó a consumir drogas.

Mencionó que creció en una familia disfuncional, pues sus papás se separaron porque su papá era alcohólico.

A partir de entonces, cuando él tenía 11 años de edad, su mamá asumió el rol de papá y mamá, por lo que tuvo que trabajar arduamente.

“Mi abuela era la que me cuidaba, era una persona ya grande”,

dijo Jesús, quien empezó en el mundo de las drogas con los amigos del barrio.

“Mamá llegaba a las 2 de la mañana, yo me quedaba en la esquina del barrio a esperar que saliera del trabajo, fue cuando empecé a consumir resistol, thiner, marihuana”, dijo.

“Primero me indujeron a probar, después tenía que comprar, cuando tenía 13 ó 14 años me volví adicto y a los 15 empecé a robar, probé la piedra en Acuña y me volví adicto a ella dos años, eso me llevó a la perdición, a quedarme en las esquinas, en los arroyos, en las tapias, a los 17 años de edad mi vida estaba totalmente destruida, en dos ocasiones intenté quitarme la vida, en una ocasión intenté ahorcarme, en otra tomé mucho medicamento controlado que me llevó a convulsionar, lo único que quería era ya no despertar, estaba cansado de esa vida”, confesó.

Mencionó que un día, al callejón donde se drogaba llegaron unos jóvenes de Cristo Vive y le regalaron un folleto, pero él no les creía que lo podían ayudar porque él tenía el concepto que si había nacido siendo adicto iba a morir así.

“Los muchachos llegaban, nos sembraban el mensaje de esperanza diciendo que había una solución, pero no creíamos, yo creía que era el estilo de vida que me había tocado, un día llegaron cuando yo me estaba drogando con resistol y me lo quitaron y uno de ellos me agarró por los hombros y me dijo; te estás matando, yo empecé a maldecirlo hasta que me bajé el vuelo de la droga me di cuenta que eran los muchachos de Cristo Vive y me empezaron a testificar, yo realmente tenía el deseo de cambiar de vida… antes de irse oraron por mí, fue cuando llegué con el folleto a la casa y le dije a mi mamá que quería cambiar y me trajo acá a Monclova”, dijo.

“Llegué a Cristo Vive el 3 de noviembre del 2016 a las 11 de la noche, directo a las instalaciones, me recibió el pastor con dos cambios de ropa, unos tenis rotos, sin esperanza, esta era como mi última, dije, si esto no funciona para mí ya no va a haber otra solución, mi abuela me había barrido con huevo, con pirul, ya había ido con psicólogo, con psiquiatra, toda la familia a hablar porque pensaban que estaba mal, cuando llegué aquí llegué pensando en dejar las drogas, no me daba cuenta que tenía que dejar entrar a Cristo en mi corazón y desde entonces ya tengo 7 años acá”, agregó.

No quería morir siendo adicta: Daniela

Daniela Ríos, de 21 años, contó que sus papás también se separaron y cuando tenía 4 años recuerda que junto con su hermano siempre estaban en la calle, vendían donas, paletas y limpiaban vidrios.

La joven dijo que fue así que hicieron malas amistades y empezaron a fumar cigarro. Cuando tenía 18 años empezó a fumar cristal, lo que considera fue su perdición.

“Primero me invitaron, ya después yo buscaba quien me invitara, mi hermano se drogaba desde antes que yo, me iba con él y le decía; dame droga y él decía; tú no hermana, luego fumábamos juntos, empezamos con el cristal en las fiestas para no dormirnos, para amanecer, dejamos de tomar y seguimos drogándonos”, recordó.

Dijo que aprovechaban que su mamá trabajaba todo el día para drogarse en la recámara de su hermano.

“Yo le decía a mi hermano; con el cristal vas a quedar loco, así nos vamos a morir y él decía; no vamos a dejar de ser locos siempre vamos a ser locos no pasa nada, yo le decía; si tú te hundes me voy contigo y también le decía; yo ya no me quiero drogar, no quiero que te mueras y me decía; tú busca ayuda yo voy a seguir siendo así”, dijo.

Recordó que un día hizo oración y le dijo a Dios que no quería morir siendo adicta ni mala hija, porque veía que su mamá se esforzaba por darles todo.

“Un día le dije a mi mamá que me quería anexar y me dijo: “Vamos a Cristo Vive, ahí no cobran, es voluntario y cuando te quieras salir te sales, aquí tenemos un año tres meses por la gracia de Dios, recibimos a Cristo en el corazón, sabemos que él es el único que nos puede hacer libres de las drogas”, finalizó.

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