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La floración de Cieza (Murcia): cómo la agricultura pasa de ser un motor económico a ser motorturístico

Así, poco a poco, los valles de Cieza se van tiñendo de rosa, de fucsia, de blanco y de verde, según avanzan los días y las variedades de frutales

EFE
ZOCALO | MONCLOVA
03-11-2025
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Cieza.- Entre los meses de febrero y marzo, el municipio murciano de Cieza se convierte en un paisaje multicolor que atrae a miles de visitantes.

Referente en toda Europa en la producción de melocotón, los árboles frutales se cubren de flores en esta época del año y el que es el principal motor económico de la localidad, la agricultura, se convierte también en su principal motor turístico, y en un polo de atracción cultural y gastronómico.

El municipio, de unos 35.000 habitantes, se ubica en la comarca de la Vega Alta del Segura, al norte de la Región de Murcia, y es líder en toda Europa en la producción de melocotón, con unas cosechas anuales que rondan los 330 millones de kilos, que crecen a lo largo de unas 13.000 hectáreas dedicadas a ese cultivo en sus diferentes variedades, pero también al albaricoque y la ciruela, explica a EFE el alcalde de la localidad, Tomás Rubio.

La agricultura, señala, representa en torno al 80 por ciento de la economía local y, desde hace más de dos décadas, esa actividad es, además, el principal motor turístico del municipio.

De hecho, en 2024, unas 60.000 personas se acercaron a ver los frutales en flor de Cieza, señala la concejala de Turismo del municipio, María Turpín, una cifra que espera que se supere en la campaña de este año que, oficialmente, termina este próximo fin de semana, si bien “la naturaleza aguantará más tiempo”, puesto que este año las flores están abriéndose de manera tardía.

Cada año, entre mediados de febrero y mediados de marzo, el Ayuntamiento organiza numerosas actividades culturales y de ocio con la floración como epicentro, desde conciertos hasta actividades deportivas, pasando por el teatro o la gastronomía, pero la naturaleza es caprichosa, y las flores rompen cuando el clima y el paso del tiempo aúnan las condiciones adecuadas.

Rosa, fucsia, blanco y verde

Así, poco a poco, los valles de Cieza se van tiñendo de rosa, de fucsia, de blanco y de verde, según avanzan los días y las variedades de frutales van eclosionando.

Es un espectáculo “que siempre ha estado ahí”, recuerda el alcalde, pero que no siempre ha sido admirado y puesto en valor.

El primero en pensar en el potencial turístico de este fenómeno, a comienzo de los años 90 del pasado siglo, cuando apenas nadie hablaba del turismo de naturaleza, fue el profesor de dibujo ya jubilado y fotógrafo Fernando Galindo, que hace ya más de tres décadas comenzó una ardua tarea para convencer a las autoridades de que “el potencial artístico y plástico” que ofrecían los campos del municipio tenían también un potencial turístico.

Me costó mucho convencer a las autoridades de la excepcionalidad que tenemos aquí, subraya emocionado, desde el mirador de La Macetúa, una de las principales atalayas desde las que se puede contemplar el paisaje multicolor de esta época del año en la zona.

Comenzó a promover las visitas para ver la floración en 1991, con exposiciones con sus propias fotografías, analógicas primero y digitales más tarde, a través de redes sociales y medios de comunicación, y cuenta incluso con su propio libro.

En su opinión, el gran hecho diferencial de la floración de Cieza con respecto a otras floraciones que atraen al turismo de interior en otras zonas de España es, precisamente, su variedad cromática, su policromía: la que mezcla la flor blanca del cerezo y el albaricoque y los diferentes tonos del fucsia al rosa pálido de los melocotones, que crean infinidad de paisajes diferentes según el lugar o el momento en que se contemple.

Destaca esa paleta multicolor también el alcalde, que insiste en poner en valor las diferentes estampas que ofrece la floración: del marrón de los troncos vacíos en el invierno, el paisaje va evolucionando en rosa y blanco para pasar más tarde al verde que transformará las flores en frutos.

Incluso durante la etapa de floración, las tonalidades varían, no solo por la intensidad del tono de los pétalos, sino por la práctica del “clareo”, que consiste en quitar manualmente parte de las flores para lograr que los árboles den frutos de mayor tamaño, una práctica que se encuentran en estas fechas en plena actividad.

Promover la floración a nivel turístico, señala el primer edil, ha permitido no solo mejorar el sector a nivel local, sino en toda la región, donde el turismo de interior se puede disfrutar a lo largo de todo el año, más allá del clásico turismo de sol y playa de la costa, conformando un “turismo de cuatro estaciones”.

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