En una alocución tarde en la noche que creó un caos en el Parlamento surcoreano y puso a prueba el compromiso democrático del país, el presidente Yoon Suk Yeol declaró que impondría la ley marcial.
Una de las preguntas que más está rondando la cabeza de los ciudadanos en Seúl, Corea del Sur, este miércoles es: ¿Qué estaba pensando el presidente?
En una alocución tarde en la noche que creó un caos en el Parlamento surcoreano y puso a prueba el compromiso democrático del país, el presidente Yoon Suk Yeol declaró que impondría la ley marcial.
Menos de 24 horas después, su futuro político está al borde del precipicio, con protestas en la calle y un proceso de juicio político en su contra.
Entonces, ¿qué fue lo que sucedió?
La última vez que se impuso la ley marcial en Corea del Sur fue en 1979, motivada por el asesinato del entonces gobernante militar en un golpe de Estado. Sin embargo, la Corea del Sur de hoy en día está muy lejos de eso y de los años de represión que le siguieron.
Es una democracia estable y próspera, pero Yoon afirmó que estaba imponiendo un régimen militar para salvar al país de fuerzas oscuras. Catalogó a la Asamblea Nacional controlada por la oposición de una “guarida de criminales” que “intentaba paralizar” el gobierno.
Horas después, se vio forzado a dar marcha atrás cuando airados manifestantes y legisladores se congregaron frente a la Asamblea Nacional y los parlamentarios lograron entrar en el recinto, donde derogaron por votación la orden.
Su súbita declaración fue, de hecho, un intento de lograr el tipo de poder que lo ha eludido desde que ganó la presidencia en 2022 por el margen más estrecho en la historia de Corea del Sur.
Y desde entonces, a duras penas ha pasado un mes sin que haya polémica.
A finales de 2022, el presidente fue criticado por la respuesta de su gobierno a la horrible estampida humana durante Halloween, que dejó a 159 jóvenes muertos en Seúl.
Luego hubo llamados para investigar a su esposa, después de que fuera sorprendida aceptando bolsos marca Dior como regalo, un escándalo que siempre está rondando los titulares.
En abril de este año, su partido fue derrotado en elecciones parlamentarias, dejándolo en una posición debilitada. Apenas en esta semana, ha estado enfrascado en una batalla política contra legisladores de oposición sobre el presupuesto nacional.
Incluso antes de que le anunciara a los surcoreanos que estaría suspendiendo sus derecho, su índice de aprobación estaba por debajo de 20%.
Hay algunas pistas en la alocución de Yoon que apuntan a lo que estaba pensando.
Lo que era inmediatamente evidente fue que estaba frustrado con el parlamento en manos de la oposición. En su alocución del martes en la noche, llamó a la asamblea donde ejecutan su mandato un “monstruo que destruye el sistema liberal democrático”.
La referencia a la amenaza de Corea del Norte y las “fuerzas anti estado” sugiere que también esperaba obtener apoyo del tipo de conservadores de derecha en Corea del Sur que tildan a los políticos liberales de “comunistas”.
Pero el presidente malentendió al país y su política.
Su declaración fue un escalofriante recuerdo de un período que muchos en Corea del Sur han tratado de olvidar. En la televisión, los presentadores de la noticia estaban temblando.
En 1980, cuando los activistas prodemocracia, muchos de los cuales eran estudiantes, se lanzaron a las calles de la ciudad de Gwangju a protestar contra la ley marcial, el ejército respondió con violencia y unas 200 personas murieron.
Aunque la ley marcial estuvo en vigencia tres años -1979 a 1981- ya había habido un régimen militar durante décadas, que continuó hasta 1987. Y en esos años en Corea del Sur abundaban las sospechas, cuando los activistas antigubernamentales eran catalogados como espías comunistas y arrestados o asesinados.
Sin embargo, durante su campaña electoral, Yoon eleogió al autoritario general Chun Doo-hwan y dijo que había manejado bien los asuntos del gobierno, exceptuando su represión de los activistas prodemocracia.
Luego se vio forzado a disculparse y declaró que él “ciertamente no defendía ni elogiaba el gobierno de Chun”.
No obstante, eso ofrece algunas perspectivas de cómo el presidente comprende lo que es el poder.
Durante meses ha habido rumores en círculos políticos surcoreanos que Yoon estaba considerando la imposición de la ley marcial. En septiembre, los líderes y partidarios de la oposición declararon que era una posibilidad. La mayoría la desestimaron como una opción demasiado extrema.
Pero es posible que estuvo motivado por algo más: el temor de ser procesado.
Park Geun-hye, la primera mujer gobernante del país, fue encarcelada después de ser declarada culpable de abuso de poder y corrupción.
Su predecesor, Lee Myung-bak, fue investigado por supuesta manipulación del precio de las acciones. Fue sentenciado a 17 años de cárcel por corrupción y soborno en 2020.
Otro expresidente, Roh Moo-hyun, se suicidó en 2009 mientras era investigado por supuestamente haber recibido millones en sobornos.
En Corea del Sur, los procesos judiciales se han convertido casi en una herramienta política, una amenaza que la oposición puede blandir. Eso puede explicar en parte por qué el presidente Yoon tomó una acción tan drástica.
Cualesquiera que sean sus motivos, la carrera de Yoon tendrá dificultades para reponerse de esto. También enfrenta llamados para que renuncie, y algunos medios locales informan que miembros de su propio Partido del Poder Popular están discutiendo su expulsión.
Corea del Sur es una democracia estable, pero es una que hace ruido. Y rehusó aceptar otro decreto autoritario.
Ahora, el presidente Yoon enfrentará pronto el juicio de un Parlamento y un pueblo después de que rechazaron el desafío más serio contra la democracia del país desde los años 80.