La actriz Jennifer Lawrence, la activista Malala Yousafzai y la cineasta Sahra Mani unieron fuerzas para dar voz a las mujeres de Afganistán, a través de un documental en Apple TV+ que estrena el 22 de noviembre
En un mundo donde la opresión se disfraza de tradición, emerge un grito de resistencia a través de Bread & Roses, un documental que registra lo ocurrido en Afganistán en 2021, cuando el régimen talibán retomó el poder y la vida de millones de mujeres cambió de un momento a otro, sus derechos básicos, su libertad e incluso sus sueños fueron arrebatados de golpe bajo un sistema que hoy las condena al silencio y la invisibilidad.
El documental producido por la actriz Jennifer Lawrence, la activista Malala Yousafzai y la cineasta Sahra Mani muestra el escenario que enfrentan las mujeres afganas en su día a día; se trata de un testimonio de la lucha por la libertad en uno de los contextos más opresivos del mundo, y tan preocupante es que “si quisiera hacer este documental hoy, sería imposible, porque la situación empeora cada día”.
Para la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, este documental se convierta en un acto de rebeldía contra la normalización del horror, “espero que las personas entiendan cómo es la vida de una niña o una mujer bajo el régimen opresivo de los talibanes, donde se les ha prohibido trabajar, estudiar y tener cualquier forma de presencia pública o política, espero que nos impulse a crear conciencia y exigir más a nuestros líderes”.
Pregunta: Malala, has trabajado por la educación y los derechos de las mujeres. La situación que viven las mujeres en Afganistán requiere una acción internacional. ¿Cómo esperas que las organizaciones o el público reaccionen al documental?
"Es una opresión sistemática que las activistas afganas han denominado Apartheid de género. Y quiero mencionar a México, porque ha liderado esta campaña de manera muy activa para codificar el Apartheid de género en el Tratado de Crímenes de Lesa Humanidad. Espero que más países den un paso adelante y se unan a México en esta lucha para que los talibanes sean responsables de sus crímenes contra las mujeres".
Para lograr el documental, Mani entregó cámaras a tres mujeres, a fin de que filmaran su día a día desde el núcleo de la opresión de un lugar donde solo respirar es un acto de valentía.
“Las mujeres afganas están enfrentando un retroceso de cien años. No se les permite hablar o cantar detrás de una puerta para otras mujeres; espero que el documental llegue a más audiencia y clamar por un cambio para las mujeres de Afganistán”, dijo Mani.
Para Mani no se trata solo de Afganistán y lo que viven las mujeres bajo el régimen talibán, “se trata de que no debemos normalizar a los talibanes y lo que están haciendo en este momento. No es normal y no debería suceder”, explicó la cineasta, quien por cierto describe el documental como un intento de “combatir el olvido” y documentar la situación de la resiliencia de estas mujeres que siguen exigiendo trabajo, pan y educación.
Jennifer Lawrence confesó que la idea de hacer el documental nació de la impotencia de ver cómo la tragedia de Afganistán desaparecía de los titulares: “Es exactamente lo que los talibanes quieren —dijo la actriz—, me sentí devastada por lo que estaba sucediendo con las mujeres en Afganistán en 2021. Y, sí, hay un anhelo desesperado de hacer algo para ayudar, pero está la frustración de saber que esto no estará en las noticias en 24 horas”.
La actriz agregó: “Muchas personas simplemente seguirán adelante y olvidarán lo que está sucediendo en Afganistán. Fue entonces cuando surgió por primera vez la idea de hacer una película. Ya estábamos al tanto del trabajo de Sahra Mani por un documental que hizo llamado A Thousand Girls Like Me, fue en ese momento cuando la contactamos; ella ya estaba recibiendo imágenes de las mujeres en el terreno en Afganistán”.
El documental cuenta las historias de tres mujeres, cada una atraviesa su propia experiencia en los días posteriores a la caída de Kabul. Zahra es una dentista que pasa al activismo; Sharifa es una empleada del gobierno que se ve obligada a quedarse en casa; y Taranom, es una activista exiliada en Pakistán. Ellas representan a miles más, resistiendo en un país que, desde la caída de Kabul, retrocedió décadas en materia de derechos humanos.