San Buenaventura, Coah.- En el marco del Día del Agente Vial, destaca la trayectoria de Agapito Franco de la Rosa, servidor público que por más de dos décadas ha brindado su servicio en el municipio de San Buenaventura, convirtiéndose en una figura apreciada y respetada por la ciudadanía y quien está a unos días de cerrar un importante ciclo de su vida laboral para dar paso a su merecido retiro.

Con una carrera que inició en 1990, Don Agapito suma alrededor de 35 años de servicio público, desempeñándose como agente de Tránsito en distintos municipios de la región, de ese tiempo, 12 años los laboró en Frontera, además de etapas en Monclova y cerca de 20 años en San Buenaventura, donde se consolidó como un referente de orden, responsabilidad y trato humano.

Originario de San Antonio de la Cascada, Don Agapito, nacido en 1947 y con 78 años de edad, recuerda su trayectoria con orgullo y satisfacción. Para él, el secreto de mantenerse tantos años en la labor es sencillo:

“Primero, me gusta mi trabajo; segundo, me siento muy a gusto y tercero, siempre he creído en hacerlo bien”, expresa con la serenidad que da la experiencia.

A lo largo de su carrera no sólo se limitó a ordenar el tráfico, sino que también dejó una huella profunda en la educación vial impartiendo pláticas en escuelas de nivel básico y técnico donde enseñó a niñas, niños y jóvenes la importancia del respeto a las normas de Tránsito.

En Frontera, incluso, concluyó su etapa como instructor de educación vial, experiencia que recuerda con especial cariño y que le dejó anécdotas imborrables, desde preguntas ingenuas de alumnos hasta el reconocimiento como “maestro de vialidad” en eventos oficiales del magisterio.

Su labor y constancia no pasaron desapercibidas, en 2024 recibió un reconocimiento por su trayectoria de manos del alcalde de San Buenaventura, Hugo Lozano, sumándose a otros homenajes otorgados en municipios donde también prestó servicio, como Frontera, en reconocimiento a su compromiso como servidor público.

Hoy, a pocos días de su retiro programado para el 15 de enero, Don Agapito afirma sentirse tranquilo y agradecido; su principal anhelo es dedicar más tiempo a su familia, especialmente al cuidado de su esposa y disfrutar de la vida cotidiana con la satisfacción del deber cumplido.

El cariño de la gente, dice, es una de las mayores recompensas que se lleva; las muestras de afecto, los saludos, los pequeños presentes y el reconocimiento espontáneo de quienes, aún cuando alguna vez recibieron una llamada de atención, comprendieron que siempre actuó con respeto y profesionalismo.

“Un maltato, jamás me han reclamado”, asegura, orgulloso de su trabajo y su uniforme.