Conviven con Lucifer cuando una joven mujer invita a un par de jóvenes a entrar a las aguas de Santa Gertrudis.
San Buenaventura, Coah.- Las leyendas son parte de la cultura regional como la de “El Diablo de Santa Gertrudis”, historia que cuenta cómo las aguas del lugar tomaron su peculiar temperatura y olor a azufre, según Carlos Macías, creador de contenido de Leyendas de San Buenaventura.
Santa Gertrudis, se hizo popular debido al “ojo” que emanaba agua azufrosa y termal, donde lugareños y fuereños pasaban fines de semana veraniegos, ahí tomaban baños termales y bañados de barro con fines curativos.
A mitad de los 80’s s familias visitaban este lugar, pero cuando se empezaba a hacer de noche, jóvenes y adultos se divertían y tomaban bebidas embriagantes hasta altas horas de la noche. Llegaban temprano, incluso personas de Texas dormían a orillas del Río y cerca del ojo de agua en sus tiendas de campaña disfrutando las noches calurosas.
Existía el riesgo de peligros como lanzarse desde la orilla, nadar por debajo de la cueva, y quedarse atorados y morir ahogados, no muy frecuentemente se escuchaban estas desgracias, pero las había.
Los peligros estaban alrededor del ejido, riesgos que estudiantes de la Secundaria Andrés S. Viesca corrían para “volarse” las clases, e ir al balneario “La Azufrosa” a refrescar su mente, subían al cerro por detrás de la secundaria y llegaban a “La Azufrosa” por el oleoducto de Pemex, era divertido bajar por ahí, jóvenes que no median consecuencias bajaban entre lechuguillas, nopales y gobernadoras, saltando víboras de cascabel.
Cierta vez, un grupo de estudiantes de la secundaria venían ya de regreso bajando el cerro y cuentan que al voltear observaron una gran fogata que les llamó la atención, decidieron regresar a ver qué sucedía y la fogata se movía de lugar, un joven llamado Víctor les gritó a Juan, Darío y Romeo que corrieran rápido para alcanzar a la fogata, pero vieron que se hacía más grande, les dio temor y corrieron rumbo a la secundaria, iban sin parar, asustados comentaron el hecho al velador Baldemar, quien corrió y alcanzó a ver la fogata que se desvanecía.
Sus familiares les dijeron que era el diablo y que se les aparecía porque se portaban mal, estos jóvenes nunca más se volvieron a ir de pinta.
Después toca el turno a “Don Chilo”, vecino de la colonia Benito Juárez; amante de las bebidas alcohólicas, cierta vez en Semana Santa llegó el pago de la quincena y “Chilo” se las ingeniaba para ser el primero en cobrar.
Después de cobrar se fue a la tienda de vinos de su amigo “Lile”, ahí pidió un Mezcalito e invitó a “Poncho”, quien en su triciclo vendía muéganos y yukis, buscaron un aventón para la colonia Benito a continuar consumiendo sus bebidas.
En eso pasó la patrulla conducida por el policía “Juan Burras” y los llevó a Santa Gertrudis, ahí deciden ir al balneario a seguir la farra; cuenta doña Ema Rodríguez (quien vivía a un lado del balneario), que les ofreció de cenar, se negaron, iban demasiado tomados.
Ya en el balneario, escuchan una voz femenina cantar y asombrados vieron a una bella dama desnuda en las aguas sulfurosas y lujuriosos le gritan plebada y media, pero esa hermosa joven con la mano los invita a ingresar al agua, “Poncho” y “Chilo” se meten con todo y ropa y cuando llegan a ella nunca creerán lo que observan.
Frente a ellos veían la silueta de Lucifer riéndose a carcajadas, “Poncho” y “Chilo” salen corriendo con destino al centro de Santa Gertrudis a pedir auxilio; cuenta doña Ema que escuchó los alarmantes gritos y que salió y miró cómo “Poncho” y “Chilo” venían con el rostro pálido corriendo sin cesar por toda la terracería, ella informa a más gente y se van al balneario y sólo perciben un olor muy fuerte y penetrante a azufre.
Y es así como surge la leyenda del diablo en “La Azufrosa”. Y para lo cual, muchas personas más que visitan el balneario a altas horas de la noche son testigos de hechos inusuales en compañía de Lucifer, cuentan otras historias donde existen personas que mueren de susto.