Yo creo que va a ser peor, pero va a ser peor por esta razón: en este momento no hay ninguna posibilidad de solicitar asilo en Estados Unidos, en violación tanto de la convención sobre el Estatuto de los Refugiados como de la Ley del Refugio de Estados Unidos”.
La crisis pasada
La previsión de un peor escenario se basa en la experiencia previa. Durante el primer periodo del "Programa Quédate en México", las autoridades mexicanas se tardaron en dar una respuesta de atención institucional a las personas extranjeras y fue fundamental la respuesta de la sociedad civil, recuerda la académica.
Después, las autoridades organizaron una estrategia, que incluyó la creación de tres Centros Integradores de Atención a Migrantes (CIM), de los que sólo operaron dos: uno en Tijuana y otro en Ciudad Juárez. Ahora, las autoridades construyen nuevos refugios ante las posibles deportaciones masivas.
“En el primer gobierno de Trump, inicialmente, hubo bastante caos porque México realmente no estaba preparado para recibir a la gente”, señala.

Fue en esa época cuando arribaron los 78,014 solicitantes de asilo en Estados Unidos identificados por el INM. De ese universo, 31,953 eran mujeres y 23,168 menores de edad. La mayor parte eran originarios de Cuba, Venezuela y Centroamérica.
La llegada de miles de extranjeros rebasó las capacidades de los centros, albergues y campamentos que los recibieron y tuvieron consecuencias adversas para la población en movilidad, que esperó por asilo en condiciones precarias, insalubres y peligrosas.
“Hacinamiento, insalubridad y miedo vulneraron su seguridad humana”, apunta el informe de la CNDH tras visitar el campamento de Matamoros, en Tamaulipas; El Chaparral y el CIM “Carmén Serdán”, ambos en Tijuana. Además del CIM de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Quienes arribaron a los campamentos que se habilitaron, sobre todo en Matamoros y Nuevo Laredo, ciudades de Tamaulipas con poca infraestructura y altos niveles de violencia, sufrieron violaciones a sus derechos humanos.
