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“La Iglesia opera como un cártel criminal”, denuncian abusos sexuales y encubrimiento institucional

Su proceso de recuperación inició en un centro de rehabilitación en Cancún, donde decidió contar su historia.

Su proceso de recuperación inició en un centro de rehabilitación en Cancún, donde decidió contar su historia.
Sacerdote José Miguel Flores Martínez | Grupo Zócalo
Grupo Zócalo
ZOCALO | MONCLOVA
09-07-2025
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Ciudad de México – Javier Fernando Alcántara Cruz, un hombre que hoy tiene dos hijos y un negocio, ha decidido romper el silencio y denunciar públicamente a la Iglesia católica por el abuso sexual que sufrió cuando era niño a manos del sacerdote José Miguel Flores Martínez.

Javier Fernando asegura que fue víctima de un encubrimiento por parte de la orden de los Escolapios, el Vaticano y la Arquidiócesis de México, a pesar de sus denuncias.

En una entrevista, el exmonaguillo, que tenía 9 o 10 años cuando comenzaron los abusos, afirma que la Iglesia “opera como un cártel criminal que delinque y protege a los sacerdotes pederastas”.

Por ello, interpuso una denuncia por violación agravada en la Fiscalía de la Ciudad de México y otra por la vía civil por “encubrimiento institucional” contra la jerarquía católica.

Una historia de traición y revictimización

Javier Fernando relata que el sacerdote José Miguel se ganó la confianza de su familia, sobre todo de su madre, quien le encomendó a su hijo. Las agresiones comenzaron en viajes que el cura organizaba y se repetían cada dos meses.

El sacerdote le decía que “esto te va a servir para cuando tengas novia” o que lo hacía “por su bien”.

Tras tres años de abusos, Javier Fernando se alejó del sacerdote, pero las secuelas lo llevaron a un camino de alcohol, cigarro y drogas.

Su proceso de recuperación inició en un centro de rehabilitación en Cancún, donde decidió contar su historia. Su madre lo animó a buscar justicia para evitar que el sacerdote dañara a otros niños.

La lucha por la justicia

Javier Fernando intentó denunciar a su agresor ante la orden de los Escolapios en Madrid, y el obispo Pedro Aguado Cuesta le prometió que el sacerdote sería expulsado. Sin embargo, descubrió que todo era una mentira y que el agresor seguía dando misa en Tlaxcala.

Poco después, le informaron que el sacerdote había muerto, pero el denunciante asegura que el féretro nunca se abrió y que ni el Ministerio Público sabe si está vivo o muerto.

El exmonaguillo lamenta que, a pesar de las promesas de la Iglesia, no ha recibido apoyo y se ha sentido revictimizado. Ha decidido continuar con su denuncia penal y civil por encubrimiento, buscando que los involucrados respondan por sus acciones.

¿Quién me va a devolver todos esos años de sufrimiento?”, se pregunta Javier Fernando, quien asegura que no busca acuerdos “en lo oscurito”, sino justicia.

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@zocalodigitalmx