La falta de oportunidades derivada de la carga de responsabilidades familiares es la principal razón para que las mujeres quieran dejar sus trabajos en el mundo de la tecnología, según un estudio
Las políticas de maternidad desempeñan un papel crucial en la decisión de las mujeres de reincorporarse al trabajo y permanecer en él; sobre todo, tras el nacimiento de su primer hijo, se enfrentan a un reto significativo para conservar su empleo, particularmente en el ámbito tecnológico, según un estudio desarrollado por la organización Laboratoria.
En colaboración con la agencia McKinsey, el reporte titulado “Un desafío pendiente: la brecha de género en tecnología en Latinoamérica” señala que, además, las empresas no están implementando medidas similares en materia de maternidad como en otras áreas.
“Por ejemplo, solo 42% de las empresas encuestadas cuentan con políticas de apoyo al soporte a la maternidad, además de las licencias obligatorias por ley”, indica el documento.
Las mujeres con hijos –añade– enfrentan mayores desafíos si las tareas no se distribuyen equitativamente y las empresas no promueven beneficios. Aunque se han logrado algunos avances significativos en empresas formales y corporativas, como la lucha contra el acoso, indicadores de contratación diversa y políticas de diversidad, aún existen áreas de mejora, especialmente en desarrollo profesional y mentoría.
A la pregunta de si existen políticas de género en su organización, solo el 47% de las pequeñas empresas dijeron tenerlas, así como el 38% en el caso de las medianas y el 32% de las grandes. El estudio destaca la necesidad urgente de políticas laborales más inclusivas dada la “penalización por maternidad”, mediante la cual se castiga o ignora a las mujeres para ascensos debido a suposiciones sobre su disponibilidad y compromiso como barreras para el progreso.
En entrevista, Úrsula Quijano, directora de Laboratoria para México, una organización que trabaja en pro de la movilidad social y mejores empleos en la economía digital para mujeres en 11 países en América Latina, explica que a 10 años de su creación, la agrupación pone en el centro de la conversación, al mismo nivel que las discusiones sobre inteligencia artificial, la agenda de cuidados.
“Nosotras sabemos que no va a cambiar nada en el mundo si no trabajamos también con esta infraestructura desde la agenda y el sistema de cuidados. Para nosotras es algo clave qué peso se le pone a estas conversaciones y con qué importancia se habla de esto”, apunta.
En esos diálogos, un concepto central, y al mismo tiempo innovador, destaca Quijano, es el de la crianza compartida desde las comunidades, y el rol que estas tienen más allá de la infraestructura pública y privada, que es indispensable. En este último sentido, Clara Brugada, jefa de gobierno de la Ciudad de México, presentó apenas esta semana una iniciativa de ley que propone la creación de un sistema de cuidados en la capital.
“Una cosa es el rol del gobierno, otra el de las empresas, y muchas veces nos enfocamos en el rol de lo que sí tienen que hacer las empresas, las políticas que tienen que fomentar, que por supuesto es muy importante, pero un tercer elemento es el tema del rol comunitario, de cómo realmente hacer la crianza de forma compartida y cómo te apoyas en tus redes para pedir ayuda”, señala.
El estudio de Laboratoria refleja, además, que los desequilibrios de género empeoran en los niveles de experiencia más altos. En los puestos iniciales, la mayoría de las empresas encuestadas reportan que las mujeres representan entre el 20 y 40% de su planilla, pero solo entre 0 y 30% de los puestos de altos mandos en promedio.
“Solo alrededor de 50% de las empresas contaban con políticas para reducir la brecha de género, como equidad salarial, apoyo a las licencias de maternidad y opciones de trabajo flexible. Dado que tradicionalmente las mujeres asumen una mayor responsabilidad en el cuidado de los hijos, las tareas del hogar y otras obligaciones que les imponen presiones adicionales, la ausencia de políticas activas para reducir la brecha de género limita sus oportunidades, especialmente a medida que ascienden en antigüedad”, describe el documento.
Quijano subraya este aspecto como uno de los más graves, y que de manera más contundente imposibilitan a las mujeres —como lo han visto con quienes han acompañado— a llegar a puestos de liderazgo, pues solo una de cada cinco promociones que hay en las empresas del ámbito tecnológico se dirige a mujeres.
“Nos hemos dado cuenta de que las mujeres con las que estamos trabajando, y en general las mujeres allá afuera que están en las industrias tecnológicas, no están teniendo acceso a esos puestos de liderazgo por múltiples motivos”, remarca.
Sin embargo, uno de los componentes más importantes, si no el que más, es la sobrerrepresentación de las mujeres en el hogar y la cantidad de trabajo que dedican a labores domésticas no remuneradas. Esto, además, permea a quienes tienen familia y a quienes no, pues también está relacionado con la propia logística del hogar, así como la agenda de cuidados de personas mayores o con discapacidad, lo que termina frenando su crecimiento.
En marzo de este año, se publicó la serie de reportajes Cuidadoras sin oportunidades: marginación con rostro de mujer, en donde se documenta que 19.6 millones de mujeres no están dentro del mercado laboral por cuidar, mientras que la inactividad laboral de madres adolescentes es 3.6% mayor que la de quienes tuvieron hijos en la edad adulta, mientras que a nivel federal sigue pendiente de legislar un Sistema Nacional de Cuidados.
El otro componente que, a juicio de Quijano, es vital para las conversaciones sobre la agenda de cuidados, además de las políticas que deberían impulsar las propias empresas, es incorporar la perspectiva de los hombres, no solo en torno a cómo viven el tema de cuidados, sino cómo están paternando.
En este aspecto, legislar y tomar medidas también en torno a las licencias de paternidad es indispensable, así como visibilizar, por parte de quienes las han tenido, cuando se hacen efectivas tanto como su usabilidad, sobre todo cuando se trata de personas en puestos altos, porque contribuye a normalizar que existe una forma distinta de hacer las cosas.
“Hay una parte bien importante, y es que en la medida en que exista mayor corresponsabilidad en las labores de cuidado, sí se va a permitir, y es como si destaparas un bloqueo, que más mujeres entren a la fuerza laboral, un efecto inmediato es que más mujeres entren a esa fuerza”, apunta Quijano.
Al mismo tiempo, recuerda que en nuestra región más de 48 millones de mujeres están fuera del mercado laboral, principalmente porque están haciendo labores de cuidado que no les permiten manejar los horarios de las empresas o incluso indicar que están dispuestas a entrar al mercado laboral.
Por otro lado, también existe una conversación relevante sobre qué significa para las mujeres el entrar a la fuerza laboral, como el hecho de que ellas tienen mucho más riesgo de caer en pobreza una vez que llegan a la edad adulta, tras enfrentar una mayor brecha.
“Entonces, el que te insertes en la fuerza laboral representa una mejora para las empresas y la sociedad, pero sobre todo para la mujer significa trabajar hacia una mayor independencia económica, ser autosuficiente, trabajar en la autonomía”, añade.
En tanto, el estudio consigna que solo un tercio de las personas aplicantes a puestos tecnológicos son mujeres. De acuerdo con los resultados, sin embargo, las tasas de contratación posteriores a la entrevista son similares para mujeres y hombres en empresas de todos los tamaños, lo que indica que, en igualdad de condiciones, las mujeres tendrían las mismas oportunidades de contratación que sus colegas hombres. Por el contrario, entre 2021 y 2024, solo una de cada cuatro empresas contrató mayoritariamente a mujeres en todos los niveles laborales.