En un fatídico 21 de julio de 1994, la carretera que conduce a la Cola de Caballo en el municipio de Santiago, Nuevo León, fue escenario de una tragedia que marcó a la comunidad. Esthela Plata Flores, originaria de Montemorelos y residente en Texas, emprendió un viaje familiar acompañada de sus tres hijos, su amiga Martha, el hijo de esta última, y otros familiares.

El regreso del paseo se tornó fatal cuando Martha, al volante, perdió el control del vehículo tras una falla en los frenos. El automóvil cayó por un barranco de aproximadamente 60 metros, cobrando la vida de 10 personas, seis de ellas menores de edad.

Esthela fue la única sobreviviente, rescatada gravemente herida con múltiples fracturas y lesiones severas. A pesar de las secuelas físicas y emocionales, logró reconstruir su vida y compartir su testimonio de resiliencia en su libro “Triunfando en el Dolor”. Este accidente fue considerado uno de los más impactantes en la historia de Nuevo León, trascendiendo a nivel internacional.

Treinta años después, la misma carretera fue escenario de otra catástrofe. El 23 de marzo de 2025, una camioneta tipo van que transportaba a 16 personas se volcó en una zona de curvas y pendientes. Según reportes de Protección Civil, el vehículo se precipitó por un barranco de aproximadamente 100 metros y posteriormente se incendió, extendiendo el fuego a la vegetación circundante.

El accidente dejó un saldo de 12 personas fallecidas y 4 heridas de gravedad, trasladadas de emergencia a un hospital. Testigos mencionaron que una posible falla mecánica pudo haber desencadenado el siniestro, agravado por la falta de pericia del conductor.

Ambos eventos han puesto de relieve la peligrosidad de esta carretera y la necesidad de extremar precauciones en rutas de montaña. La memoria de las víctimas permanece viva en la región, mientras las autoridades continúan investigando las causas del reciente accidente para evitar que tragedias como estas se repitan.