El K’ili o Perico Pecho Sucio, ave emblemática de la cultura maya en Campeche, enfrenta riesgo crítico de desaparición.
El K’ili, conocido popularmente como Perico Pecho Sucio, es considerado una de las aves más representativas de la cultura maya y del estado de Campeche. Su presencia en los bordes de la selva y en zonas semiabiertas ha sido parte del paisaje natural y cultural de la región durante siglos.
Sin embargo, hoy enfrenta un alto riesgo de desaparición, según la Plataforma de Biodiversidad del Estado de Campeche, debido a la deforestación masiva y la captura ilegal para el comercio de mascotas.
El K’ili es reconocido por su carácter sociable y energético. Es raro observarlo en solitario, pues suele desplazarse en parvadas que van desde unas pocas parejas hasta decenas de individuos.
Sus parloteos y chillidos agudos llenan el aire mientras vuelan de un árbol a otro, convirtiéndose en un símbolo sonoro de la selva campechana.
Una de sus costumbres más singulares es su forma de anidar. A diferencia de otras aves, no construye nidos con ramas, sino que excava túneles y cámaras en termiteros adosados a los troncos de los árboles, aprovechando la dureza de estas estructuras como fortaleza natural para proteger a sus polluelos.
El Perico Pecho Sucio es un ave de tamaño mediano, esbelta y con una cola larga y puntiaguda. Su plumaje verde brillante contrasta con el pecho y vientre de tono pardo-oliváceo, rasgo que le da su nombre común.
Su característica más distintiva es el anillo de piel blanca alrededor de los ojos, que asemeja unos grandes anteojos.
Es una especie nativa que habita desde el este de México hasta Panamá. En Campeche es el perico más común, presente en bordes de selva, bosques secundarios, plantaciones y áreas semiabiertas con árboles altos. Evita, sin embargo, el interior de la selva más densa y las áreas completamente abiertas.
El K’ili forma lazos monógamos que pueden durar toda la vida. Su temporada reproductiva ocurre de primavera a principios de verano, coincidiendo con la abundancia de frutas y semillas.
La hembra pone entre 3 y 5 huevos blancos. La incubación dura de 24 a 28 días. Los polluelos permanecen en el nido entre 7 y 8 semanas antes de volar por primera vez. Alcanzan la madurez sexual entre los 2 y 3 años.
El K’ili es frugívoro y granívoro, alimentándose de frutas, semillas y flores. Su papel ecológico es fundamental como dispersor de semillas, contribuyendo a la regeneración de los bosques y al equilibrio de los ecosistemas.
De acuerdo con la Plataforma de Biodiversidad de Campeche, el K’ili se encuentra en tres categorías de riesgo:
• Estado de conservación nacional: Amenazada (A)
• Estado de conservación global: En Peligro Crítico (CR)
• Estatus comercial: Apéndice I de la CITES, lo que implica un máximo nivel de protección y la prohibición de su comercio internacional
A pesar de que en México existe desde 2008 una prohibición total de la captura y comercio de loros nativos, la presión sobre sus poblaciones continúa debido a la demanda ilegal de mascotas exóticas.
Las amenazas que enfrenta el K’ili son múltiples:
• Deforestación masiva y pérdida de hábitat por la expansión agrícola y urbana.
• Captura ilegal para el comercio de mascotas, que reduce drásticamente sus poblaciones silvestres.
• Posible maltrato y desnutrición en condiciones de cautiverio, que afectan su supervivencia y reproducción.
El gobierno federal, a través de la CONABIO y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), mantiene actualizado el listado de especies en peligro de extinción.
De acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2010, México alberga más de mil 100 especies de aves, de las cuales alrededor de 90 están clasificadas como amenazadas, en peligro de extinción o sujetas a protección especial.
Entre las aves más emblemáticas en riesgo se encuentran el águila real (Aquila chrysaetos), símbolo nacional que enfrenta amenazas por pérdida de hábitat y caza ilegal; el loro cabeza amarilla (Amazona oratrix), víctima del tráfico ilegal de especies; y el pájaro carpintero imperial (Campephilus imperialis), considerado posiblemente extinto debido a la deforestación en la Sierra Madre Occidental. También figuran especies marinas como el albatros de Laysan y aves endémicas como el chara enana (Cyanolyca nana), cuya distribución se limita a regiones específicas del país.
La CONABIO subraya que México es el cuarto país con mayor número de aves endémicas en el mundo, lo que hace que la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal tengan un impacto particularmente grave. La presión sobre ecosistemas como selvas tropicales, manglares y zonas áridas ha reducido las poblaciones de aves que dependen de estos ambientes.
El Banco Mundial, con datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), confirma que México registra más de 90 especies de aves en peligro en su territorio. Estas cifras coinciden con los listados oficiales nacionales y reflejan la urgencia de fortalecer programas de conservación.
En términos de política pública, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) ha impulsado proyectos de conservación en reservas como la Sierra Gorda, Montes Azules y la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos, donde se busca proteger hábitats críticos para aves migratorias y residentes.
