Son decenas de personas las que han intentado descubrir lo que sucedió con uno de los más grandes científicos de la historia de México
El 8 de diciembre de 1994, el ámbito científico y esotérico de México se vio sacudido por un acontecimiento singular: la misteriosa desaparición de Jacobo Grinberg-Zylberbaum. Este neurofisiólogo y psicólogo, considerado por muchos un genio adelantado a su tiempo, se volatilizó sin dejar rastro justo cuando sus revolucionarias investigaciones sobre la conciencia humana y los fenómenos paranormales alcanzaban su punto culminante.
Grinberg, nacido en 1946, dedicó su vida a desentrañar los misterios de la mente humana. Contaba con una sólida formación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y un doctorado en psicofisiología por Nueva York, desafió los paradigmas científicos tradicionales.
Su trabajo se centró en la Teoría Sintérgica, un postulado que sugería la existencia de un "campo neuronal" interconectado con una "lattice" o espacio-tiempo, donde la conciencia individual interactúa con una realidad más vasta. Investigó la telepatía, la visión extraocular y, notablemente, los fenómenos atribuidos a la famosa "curandera" Pachita, intentando proveer una base científica a lo que muchos consideraban esoterismo puro.
La ambición de Grinberg era inmensa. Fundó el Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia (INPEC), respaldado por la UNAM y el CONACyT, y publicó numerosos libros y artículos científicos, atrayendo tanto la admiración como el escepticismo de la comunidad académica. Su objetivo era demostrar científicamente el potencial ilimitado de la mente, a la interconexión de todo lo existente. Incluso planeó un experimento de telepatía a gran escala entre México y la India poco antes de su desaparición.
El misterio que rodea su ausencia generó una plétora de teorías. Algunas apuntan a una desaparición voluntaria, una trascendencia a otro plano de existencia, acorde con algunas de sus propias teorías sobre la conciencia. Otras sugieren un rapto por parte de agencias de inteligencia, como la CIA, interesadas en sus descubrimientos.
También circularon hipótesis de un crimen pasional, especialmente tras la posterior desaparición de su última esposa, Teresa Mendoza, quien, según testimonios de la familia de Grinberg, también se esfumó poco después. Las investigaciones iniciales, a cargo del agente Clemente Padilla, se vieron obstaculizadas por la falta de evidencias y la desaparición de importantes manuscritos y material de investigación de las propiedades de Grinberg.
Más de 30 años transcurrieron desde aquel fatídico diciembre de 1994, y el paradero de Jacobo Grinberg sigue siendo uno de los mayores enigmas de la historia contemporánea de México. Su legado, sin embargo, persiste. Documentales, libros y el continuo interés del público mantienen viva la figura de este científico que se atrevió a explorar las fronteras de lo conocido, dejando tras de sí una estela de conocimiento inconcluso y una pregunta sin respuesta.