Es un silencio económico que se siente en cada esquina.
Han pasado tres años desde que Altos Hornos de México (AHMSA) detuvo sus operaciones, y Monclova aún no logra levantar cabeza. Lo que alguna vez fue el motor económico de la región dejó tras de sí una estela de negocios apagados, calles más vacías y ventas que hoy caen entre un 25 y un 27%.
Ferreterías, farmacias, hoteles y constructoras —rubros que giraban en torno a la actividad siderúrgica— están entre los más golpeados. Muchos de ellos ya no pueden pagar ni la luz ni las nóminas de sus trabajadores. El comercio local, que durante décadas vivió al ritmo de AHMSA, hoy opera con lo mínimo.
Pero la pérdida no es solo visible en las empresas. Con los empleados de la siderúrgica fuera de circulación, dejaron de moverse alrededor de 280 millones de pesos cada año en la economía de la ciudad. Es dinero que ya no se gasta en comida, ropa, servicios o esparcimiento. Es un silencio económico que se siente en cada esquina.