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Caos en clínica 7 por falta de clima

El ‘horno’ en el que se ha convertido el hospital, ha dejado graves consecuencias como la suspensión de cirugías

El ‘horno’ en el que se ha convertido el hospital, ha dejado graves consecuencias como la suspensión de cirugías
Los ‘lanzallamas’ siguen siendo socorridos por familiares de pacientes del IMSS, dada la falta de aire acondicionado en el nosocomio.
Aníbal Díaz
ZOCALO | MONCLOVA
06-13-2025
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Monclova, Coah.- Mientras los directivos locales y estatales del Instituto Mexicano del Seguro Social callan, el Hospital General de Zona Número 7 del IMSS permanece como un ‘horno’.

A la falta de aire acondicionado, ya ampliamente conocida, se suman otras problemáticas que hacen aun peor lidiar con las altas temperaturas al interior del nosocomio.

Esporádicamente, el Block ‘B’ del hospital se queda sin suministro de agua potable, lo que propicia deplorables condiciones en los sanitarios, y también impide que los pacientes internados se bañen.

Por otra parte, los guardias, por ordenes superiores, según trascendió, restringen ocasionalmente el ingreso de bolsas de hielo, “porque no se vaya a hacer un mugrero” en las habitaciones.

Y como ya ha trascendido previamente, también por la falta de aire acondicionado, los quirófanos no están operando para cirugías programadas. Por ello, pacientes llevan días, semanas, o incluso están por cumplir ya un mes, esperando una intervención quirúrgica que simplemente no llega.

Mientras todo esto sucede, pacientes y trabajadores del hospital sufren prácticamente por igual. Lejos de replegarse o huir, médicos y enfermeros mantienen su vocación de servir, de ayudar al prójimo, prestos para brindar atención en la posibilidad de sus capacidades y recursos que tienen a su disposición.

De manera extraoficial, trasciende que además de pacientes, presuntamente también personal de enfermería ha sufrido golpes de calor.

Y aunque trabajadores ya han hecho protestas pacíficas, luego de concluir sus respectivos turnos, ‘el infierno’ sigue igual. ‘El infierno’ permanece.

‘El remate’: La falta de agua

Esta semana trascendió el caso de Roberto Valdés Montoya, un hombre de la colonia Cañada que fue embestido por un vehículo el domingo 18 de mayo, mientras circulaba a bordo de su motocicleta.

Roberto sufrió la amputación del pie derecho. Entre socorristas y médicos lograron salvárselo, y se lo pudieron coser, volver a unir con su pierna, reuniendo tendones y huesos.

Sin embargo, a casi un mes de distancia, el paciente requiere de otra operación, para que le coloquen unos tornillos en la extremidad.

Hasta este jueves, Roberto tenía la esperanza de que el viernes sería transferido a un hospital de Acuña, para la intervención que tiene pendiente, la cual, espera, le sea practicada este sábado.

Mientras tanto, continúa como uno mas de los pacientes que padece del calor inclemente y desesperante, que sofoca e invade todos los rincones del hospital.

“Los baños están en malas condiciones, el olor está insoportable”, dijo Roberto, en entrevista. “Sí hay agua de la llave, pero de repente se va”, lamentó el hombre, oriundo de la colonia Cañada.

“¿Y hay oportunidad de que te bañes?”, se le pregunta a Roberto.

“Sí… me voy yo solo al baño, en una silla de ruedas y uso unas muletas que compró mamá en ‘la pulga’. Entro, me pongo una bolsa y me baño… pero ya van dos veces que entro y no hay agua para bañarse”, reiteró.

El sacrificio de una madre

Con 64 años de edad, María Antonia Montoya Rodríguez, la madre de Roberto, hace hasta lo imposible para que la permanencia de su hijo en el hospital sea un poco llevadera, aunque esto implique que ‘se parta en dos’ todos los días, dado que además de Roberto, la sexagenaria también tiene que estar al pendiente de su propia madre, que padece diabetes y está a punto de ser operada, para que le amputen el pie que le queda.

Echándose a cuestas una deuda de 2 mil 300 pesos, María Antonia hizo un sacrificio y adquirió un aparato de aire compacto, portátil, al que se le puede colocar hielo, para que Roberto pueda combatir el calor.

“Mamá sufrió dos golpes de calor”, relata Roberto. “Y me tronó un contacto, donde tenía conectado el abanico y me echaban la culpa… ¿cómo voy a querer yo que truene mi aparatito, que con tanto sacrificio me trajo mi madre?”.

“Tardaron más de medio turno en repararlo, y ahí estuve en un pasillo, sude y sude”, reitera.

“Mamá ha estado comprando bolsas de hielo para echarle al abanico, pero no le dura ni media hora. Es un abanico que mi mamá sacó fiado, fueron 2 mil 300 pesos, no tenemos dinero para pagarlo”, añadió.

“Mi mamá se desvive… llega como a las 8:00, 9:00 de la mañana y me trae un taquito. Luego se va a las 11:00, 12:00, a llevarle el medicamento a mi abuela; y a las 3:00 regresa a traerme de comer y a echarle hielo al aparato. Luego se va, y por la noche me manda comida con un vecino que es InDrive, se queda con mi abuela y yo paso la noche solo”, enfatizó.

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