Un episodio cargado de tensión sacudió a una comunidad de Ghana luego de que desconocidos incendiaran una estructura similar a un arca, que vecinos vinculaban con Eboh Noé, el hombre que se autoproclama profeta y que había anunciado el fin del mundo por un diluvio el 25 de diciembre de 2025. El ataque ocurrió días después de que la profecía no se cumpliera, en medio de un clima de frustración, enojo y desconcierto entre la población local.
"Eboh Noé ganó notoriedad meses atrás al asegurar que Dios le había revelado una inminente destrucción global por agua y que solo quienes se refugiaran en arcas especialmente construidas podrían salvarse."
Según su relato, recibió instrucciones divinas para levantar varias embarcaciones destinadas a familias “elegidas”, lo que llevó a numerosos seguidores a vender sus bienes, abandonar sus hogares y mudarse cerca de los puntos donde se levantarían las estructuras.
Durante su intervención pública, Noé redobló la apuesta: anunció que se construirán muchas más arcas para albergar a quienes aún buscan la salvación y solicitó donaciones económicas para avanzar con el proyecto. “Ningún inocente será abandonado”, prometió, reforzando su rol de guía espiritual para una comunidad que sigue dividida.
El caso de Eboh Noé vuelve a poner en foco el impacto de los discursos apocalípticos en contextos de vulnerabilidad social y económica, donde la fe, el temor y la esperanza pueden convertirse en terreno fértil para fenómenos que oscilan entre la devoción y el conflicto abierto.
Con información de Newsweek