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Ocho décadas después, resisten juntas tras sobrevivir a un campo de exterminio en la Segunda Guerra Mundial

Renée y Dédée, hoy de 98 y 97 años, se reencontraron por videollamada tras sobrevivir juntas a un campo nazi en 1945 por apoyar a la resistencia.

Renée y Dédée, hoy de 98 y 97 años, se reencontraron por videollamada tras sobrevivir juntas a un campo nazi en 1945 por apoyar a la resistencia.
Foto: Especial
Grupo Zócalo
ZOCALO | MONCLOVA
05-09-2025
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Washington.- A casi 80 años de haber sido liberadas de un campo de concentraciónRenée Guette y Andrée Dupont, dos mujeres que en su juventud arriesgaron la vida por enfrentarse al régimen nazi, volvieron a encontrarse a través de una videollamada transatlántica que removió viejos recuerdos de guerra, dolor, pero también de esperanza.

Me hace gracia verte”, le dijo Renée a su vieja amiga, a la que llama cariñosamente Dédée, al iniciar la llamada. La última vez que se vieron fue en abril de 1945, durante la liberación del campo de trabajo HASAG-Leipzig, una extensión del campo de concentración de Buchenwald, en Alemania. Ambas habían sido deportadas ahí menos de un año antes por participar en redes de resistencia contra la ocupación nazi.

Hoy, Renée vive en Estados Unidos desde los años 70. Tiene 98 años. Dédée, con 97, sigue viviendo en Francia. La distancia no impidió que volvieran a compartir memorias y emociones. “Te envío un fuerte beso, mi niña”, le dijo Dédée con voz entrecortada.

¿A ti también te vuelven los recuerdos?”, preguntó. Renée, conmovida, respondió: “Hay demasiadas cosas que no podemos expresar”.

Unidas por la resistencia

Ambas nacieron en 1927, en pueblos distintos separados por 350 kilómetros. Tenían apenas 16 años cuando se sumaron a los esfuerzos clandestinos de resistencia en 1943.

Dédée se convirtió en oficial de enlace, trasladando mensajes e incluso armas en su bicicleta por la región de la Sarthe, al oeste del país. “Llevaba un revólver desmontado escondido en una toalla, y sonreía al pasar frente a los soldados alemanes”, recuerda.

Renée, por su parte, trabajaba como empleada postal y utilizaba su cargo para facilitar cupones de racionamiento y mensajes a los miembros del movimiento. Su papel fue crucial, aunque terminó por delatarla un agente francés que colaboraba con la Gestapo.

Ambas fueron detenidas en abril de 1944, primero Dédée y luego Renée. Se conocieron en la prisión de Romainville, cerca de París. Ahí recibieron la noticia del Desembarco de Normandía, lo que les dio una fugaz esperanza de libertad.

Sin embargo, los nazis decidieron deportarlas a un campo de trabajo: el kommando HASAG-Leipzig, donde más de 4,500 mujeres eran forzadas a fabricar armas en condiciones inhumanas.

El horror del campo

Renée fue registrada con el número de prisionera 43.133. Dédée, con el 41.129. Allí compartieron frío, hambre, violencia y enfermedades. Se calentaban como podían, metiendo papel periódico entre la ropa y la piel. Las condiciones eran extremas: jornadas nocturnas, infestación de piojos, palizas frecuentes y el constante temor de terminar en las pilas de cadáveres.

A pesar de todo, ambas conservaron objetos de aquella época que hoy simbolizan su resistencia: horquillas y un broche fabricado con alambre, elaborados en secreto bajo la vigilancia de los guardias.

En abril de 1945, ante el avance de las tropas aliadas, los nazis evacuaron el campo y forzaron a los prisioneros a marchar durante días en lo que hoy se conoce como las “marchas de la muerte”. Renée recuerda caminar con los pies ensangrentados, sobreviviendo con semillas y papas crudas. Incluso, logró bañarse por primera vez en meses en el río Elba, antes de ser liberada.

Volver a casa

Tras la liberación, Renée volvió a su pueblo en tren. Aunque estaba en casa, no se sentía en casa. “No estaba segura de haber regresado”, le confesó a Dédée. Su amiga respondió: “Yo supe que había vuelto cuando vi el campanario de mi pueblo”.

Dédée fue recibida en el hotel Lutetia, que había sido reconvertido en centro de acogida para exiliados y sobrevivientes de los campos. Allí la esperaba su madre. Su padre, también deportado, logró sobrevivir, pero su tía murió en una cámara de gas.

Testimonio de valor

Este emotivo reencuentro ocurre días antes del 80 aniversario del Día de la Victoria en Europa (VE Day), que conmemora la derrota de la Alemania nazi el 8 de mayo de 1945.

La historia de Renée y Dédée no es solo un recuerdo del pasado, sino un testimonio viviente del valor, la solidaridad y la resiliencia femenina en uno de los periodos más oscuros de la historia moderna.

Un beso, Dédée, quizá nos veamos allá arriba”, dijo Renée al despedirse, con la voz quebrada pero firme, recordando que incluso en los momentos más difíciles, la amistad y la memoria resisten el paso del tiempo.

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