La palabra “naco” es ampliamente utilizada en México como una forma de burla o crítica hacia personas que presuntamente carecen de “buen gusto”.
La palabra “naco” es ampliamente utilizada en México como una forma de burla o crítica hacia personas que presuntamente carecen de “buen gusto”. Sin embargo, el término encierra una carga histórica y social mucho más profunda, relacionada con el clasismo, el racismo y el desprecio por lo popular.
El escritor y cronista Carlos Monsiváis analizó durante décadas el uso de esta palabra en la cultura mexicana. Para él, “naco” no era solo un insulto, sino una herramienta para marcar jerarquías sociales. “Naco es la palabra que usan los clasemedieros para sentirse europeos en un país latinoamericano”, escribió.
Un término con raíces discriminatorias
El término “naco” tiene un origen poco conocido: proviene de “totonaco”, nombre de un grupo indígena del sureste mexicano. Con el tiempo, la palabra fue adoptada para descalificar a personas con rasgos indígenas o comportamientos considerados “populares” o “vulgares”.
Así, lo que parece una crítica al mal gusto es, en realidad, una expresión de racismo estructural. “Naco” se convirtió en una forma de exclusión, disfrazada de humor o desdén.
Clasismo cotidiano
Para Monsiváis, el uso de esta palabra refleja un mecanismo común en las clases medias: definir al “otro” como inferior para afirmarse a sí mismos como superiores. “El naco es el otro… hasta que se vuelve exitoso”, decía. Artistas o figuras públicas tachadas de “nacas” muchas veces son aceptadas solo cuando alcanzan fama o fortuna.
Un espejo incómodo
En este contexto, la palabra “naco” se convierte en un espejo incómodo. No es que se odie lo popular, explica el análisis, sino que muchas veces se rechaza lo que se percibe como un reflejo de uno mismo antes del ascenso social o económico.
¿Prohibir la palabra?
Monsiváis no proponía censurar el término, sino entenderlo. Reflexionar sobre lo que implica su uso y el tipo de pensamiento que reproduce: clasismo, racismo y desprecio por lo popular.
En un país con profundas desigualdades sociales, el análisis del lenguaje cotidiano permite visibilizar mecanismos de exclusión que operan de forma sutil, pero constante.