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Hallazgo de la NASA podría revelar la fecha exacta de la muerte de Jesús

Esta forma de fijar la fecha se originó en los primeros siglos del cristianismo, en un intento por sincronizar la Pascua cristiana con la Pascua judía, ambas ligadas al calendario lunar.

 Esta forma de fijar la fecha se originó en los primeros siglos del cristianismo, en un intento por sincronizar la Pascua cristiana con la Pascua jud
| La posibilidad de que un eclipse lunar ocurriera en ese mismo contexto histórico, añade un componente fascinante. Foto: Especial | Grupo Zócalo
Grupo Zócalo
ZOCALO | MONCLOVA
04-20-2025
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Ciudad de México.- Un descubrimiento astronómico realizado por la NASA ha reavivado un antiguo debate teológico sobre si la ciencia podría confirmar la fecha exacta de la crucifixión de Jesús, luego de que investigadores de la Universidad de Oxford creen que así podría ser.

Según los Evangelios, en el momento de la muerte de Jesús, “el sol se oscureció” y “la luna se volvió como sangre”. Durante siglos, estas descripciones han sido interpretadas como señales simbólicas, pero un análisis moderno sugiere que podrían referirse a un fenómeno astronómico real.

¿Qué descubrió la NASA sobre la muerte de Jesús?

Gracias a modelos computacionales que permiten rastrear la posición del Sol, la Tierra y la Luna a lo largo de milenios, la NASA identificó un eclipse lunar ocurrido el viernes 3 de abril del año 33 d.C., una fecha que coincide con la cronología tradicional de la crucifixión de Cristo.

Este eclipse habría sido visible en Jerusalén poco después del atardecer, y la Luna habría adquirido ese característico tono rojizo que la hace parecer de “sangre”.

Aunque el hallazgo fue realizado en los años 90, ha vuelto a cobrar notoriedad recientemente, impulsado por la viralización de videos en TikTok, especialmente entre comunidades cristianas que celebran este evento como el día en que Jesús fue crucificado.

La Biblia menciona que la luna se volvió como sangre tras la crucifixión. Esto podría aludir a un eclipse lunar”, explicó la NASA en su momento. Basándose en esto, varios estudiosos situaron la fecha exacta en ese viernes de abril del año 33. 

Uno de los textos que respalda esta interpretación se encuentra en el libro de los Hechos (2:20), donde el apóstol Pedro cita al profeta Joel:

El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día grande y glorioso del Señor”. 

Esta predicación ocurrió 50 días después de la crucifixión, lo que llevó a algunos expertos a pensar que Pedro se refería a eventos reales y recientes.

No obstante, otros historiadores sostienen que Pedro estaba citando a Joel para hablar de una profecía aún por cumplirse: la segunda venida de Cristo. Joel, cuyo libro fue escrito siglos antes de los Evangelios, menciona señales cósmicas como preludio del juicio divino:

El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y terrible de Jehová”. 

Colin Humphreys y W. Graeme Waddington, académicos de Oxford, combinaron estos datos astronómicos con referencias bíblicas para argumentar que aquel eclipse fue el mismo que se menciona en las Escrituras. En su teoría, Pedro no profetizaba un evento futuro, sino que anunciaba el cumplimiento de una profecía antigua: que la crucifixión de Jesús fue acompañada de señales en el cielo.

Los Evangelios también narran que, durante la crucifixión, “hubo oscuridad sobre toda la tierra desde el mediodía hasta las tres de la tarde” (Mateo 27:45), un detalle que los investigadores vinculan con la frase “el sol se convertirá en tinieblas”.

Además, exploraron textos apócrifos del Nuevo Testamento, como el llamado Informe de Pilato, donde se describe un fenómeno celestial aún más detallado:

El sol se oscureció, aparecieron las estrellas, y la luna parecía como sangre”.  

Aunque estos textos no forman parte del canon oficial, aportan una visión complementaria sobre cómo los primeros cristianos interpretaban los signos celestiales en torno a la muerte de Jesús.

El Viernes Santo, fecha en que los cristianos conmemoran la crucifixión, siempre se celebra dos días antes del Domingo de Pascua, siguiendo un cálculo basado en la luna llena después del equinoccio de primavera. Esta forma de fijar la fecha se originó en los primeros siglos del cristianismo, en un intento por sincronizar la Pascua cristiana con la Pascua judía, ambas ligadas al calendario lunar.

Según los Evangelios, Jesús resucitó el domingo posterior a la Pascua, y desde entonces, los cristianos celebran la resurrección como el evento central de su fe. La posibilidad de que un eclipse lunar ocurriera en ese mismo contexto histórico, añade un componente fascinante: una conexión entre los cielos y la tierra que, quizás, fue más literal de lo que se pensaba.

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@zocalodigitalmx