Saltillo, Coah.- Elena Gouliakova, una patinadora que alcanzó fama por su destreza en el patinaje artístico, ha sorprendido a todos al ser vista en las calles de Monterrey en una situación muy diferente a la de sus años de éxito deportivo. Según informes recientes, la exatleta, que en su momento brilló en competiciones internacionales, parece estar atravesando una difícil etapa de su vida.
Este mensaje ha generado una gran conmoción entre quienes recuerdan la imagen de la patinadora en su época de gloria.
Gouliakova, quien fue parte del renombrado espectáculo Holiday On Ice, llegó a México junto a su entonces pareja, el también patinador ruso Nikolay Suetov. Ambos iniciaron una etapa de enseñanza del patinaje en Monterrey, lo que les permitió consolidarse como figuras importantes en la escena deportiva local.
Elena fue entrenadora en el Deportivo San Agustín y el Alpino Chipinque, y formó parte activa de la Asociación de Deportes Invernales de Nuevo León y de la Federación Mexicana de Patinaje sobre Hielo y Deportes de Invierno.
No obstante, a partir de 2006, la vida de Elena y Nikolay comenzó a desmoronarse. Diversas versiones apuntan a que Suetov abandonó a Gouliakova, lo que habría desencadenado una serie de problemas emocionales en la patinadora. La situación personal de la exdeportista empeoró con el tiempo, y en 2010 fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide, enfermedad que afectó profundamente su capacidad para seguir con su trabajo como entrenadora y sus vínculos sociales.
La condición de Gouliakova, sumada a la pérdida de su carrera y su estabilidad emocional, la llevó a vivir en situación de calle, algo que ha impactado a la comunidad local y a quienes la conocieron en su mejor momento.
Este caso pone en evidencia las difíciles transiciones que enfrentan muchos atletas una vez que dejan la competencia y la visibilidad pública, sin el apoyo adecuado para hacer frente a problemas emocionales o de salud. La historia de Elena Gouliakova, que alguna vez fue símbolo de éxito en el patinaje artístico, ahora es un reflejo de la fragilidad humana y la importancia de generar redes de apoyo para quienes, como ella, atraviesan crisis personales profundas.