Este viaje es una travesía llena de desafíos y simboliza el paso de la vida a la muerte
El Día de Muertos en México es una celebración vibrante que rinde homenaje a la vida a través de la muerte. Durante esta época, las familias recuerdan a sus seres queridos que han fallecido, organizando fiestas y visitando las tumbas de sus difuntos. Con alegría y respeto, cocinan platillos especiales, les cantan y esperan la llegada de sus "muertitos", creando un ambiente de amor y conexión con el más allá.
La Leyenda de Mictlán, la Ciudad de "Los Muertos"
Una de las leyendas que ha perdurado a lo largo de generaciones es la del Mictlán, un lugar sagrado que nuestros antepasados prehispánicos veneraban. Historiadores relatan que, en tiempos antiguos, diversas etnias mesoamericanas, como los mexicas, tenían una profunda relación con la muerte, celebrando rituales para asegurar que sus seres queridos fueran bien recibidos y alcanzaran el descanso eterno. Mictlán era considerado un destino reverenciado, donde las almas debían atravesar varios niveles para llegar a su paz definitiva. Esta conexión con la muerte sigue viva en la celebración del Día de Muertos, una festividad que honra a aquellos que han partido.
El Códice Florentino indica que Mictlán es un espacio en el inframundo donde llegan las ánimas, dividido en nueve niveles que reflejan las circunstancias de sus muertes. Este recinto espiritual estaba gobernado por Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli, deidades de la muerte que guiaban a las almas en su travesía hacia el descanso eterno. Cada nivel representa un desafío que las almas deben superar, simbolizando el respeto y la comprensión de la muerte en la cosmovisión mesoamericana.
Los dioses del inframundo, Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli, imponían una regla fundamental para las ánimas: debían superar una serie de obstáculos para ganarse su lugar en Mictlán y alcanzar el "descanso eterno". Uno de estos desafíos consistía en que los muertos necesitaban la ayuda de sus familiares en vida a través de rituales y ofrendas. Estas prácticas eran esenciales para que las almas pudieran cruzar y permanecer en este espacio sagrado.
Itzcuintlán “Lugar en que habita el perro”
Esta primera residencia es la casa del Xoloitzcuintle y el Dios del ocaso, aquí no todos los muertos pueden cruzar. Cuenta la leyenda que los lomitos ayudan a las almas a cruzar el río Apanohuacalhuia, pero no todos son dignos de hacerlo, pues aquellos que en vida maltrataron a los perros no pasan, y se quedan deambulando en sus orillas.
Tepectli monamictlan, “lugar en que se juntan las montañas”
En este sitio hay dos grandes cerros, que al chocar se abren y cierran de manera continua, por lo que los muertos deben encontrar el momento exacto para cruzar sin ser aplastados. La leyenda cuenta que en este segundo piso el Dios que gobierna es Tepeyóllotl, el de las montañas y ecos, señor de los jaguares.
Iztepetl, “montaña de obsidiana”
El tercer piso es la residencia del Dios Itztlacoliuhqui, de la obsidiana y señor del castigo. Aquí se halla una muralla con un sendero de obsidiana que desgarra a los muertos al intentar cruzarlo. La leyenda cuenta que en su final corre un viento poderoso que tiene el objetivo de que los muertos arrojen en su lecho todas sus pertenencias e incluso la ropa.
Itzehecayan, “lugar donde hay mucha nieve”
En el cuarto piso existe un área totalmente congelada que cuenta con “ocho collados de piedras” cortantes, donde en todo momento cae nieve. El Dios que lo habita es Mictlecayotl del viento del Norte.
Paniecatacoyan, “lugar donde la persona se voltea como bandera”
El Dios del quinto piso sigue siendo Mictlecayotl, y es que, después del frío congelante, llega una zona totalmente desértica donde el movimiento es difícil porque la gravedad no existe y los vientos son tan fuertes que van y vienen, de un lado a otro, tal como el oleaje de las banderas, por lo que salir de ese sendero resulta difícil.
Timiminaloayan, “lugar donde te flechan saetas”
La leyenda de Mictlán cuenta que el sexto piso se trata de un largo sendero donde lanzan saetas, es decir, flechas que golpean a los muertos, por lo que el reto para salir de ahí es evitar ser flechado para no salir derramando sangre y perder antes de llegar al final.
Teocoyohuehualoyan, “lugar donde te comen el corazón”
En el séptimo piso se encuentra el Dios de las montañas, los ecos y los jaguares, Tepeyóllotl, y es que en este lugar cuenta la leyenda que habitan fieras salvajes que se comen el pecho de los muertos que ahí llegan y al final el gran reto es evadir o luchar contra el gran jaguar con sed de comer un corazón.
Izmictlan Apochcalolca, “lugar donde se tiene que cruzar agua”
Antes de llegar al final y alcanzar el descanso eterno, los muertos deberán llegar al octavo piso, donde de acuerdo con la leyenda de Mictlán, hay aguas negras esperando a los muertos, quienes deberán luchar contra ellas, dejando todas sus penas para lograr avanzar y salir de ahí.
Chicunamictlan, “lugar donde se tienen nueveaguas”
En este último piso los muertos atraviesan una nube de neblina que no les permite ver nada a sus alrededor, y es ahí donde deberán reflexionar sobre todas las desiciones buenas y malas que tomaron en vida, para olvidar y entonces tienen acceso al Mictlán, la casa de los muertos y lugar en el que alcanzarán el descanso eterno.
El Día de Muertos y la Conquista de los Españoles Con la llegada de los españoles, la celebración del Día de Muertos y la leyenda de Mictlán se transformaron, fusionando elementos indígenas con signiLa historia narra que, tras la llegada de los españoles a México, los pueblos originarios como los mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas y totonacas adaptaron sus celebraciones del Día de Muertos al calendario cristiano. Al integrar la religión católica, lograron que estas festividades coincidieran con el fin del ciclo agrícola del maíz, creando una conmemoración que honraba tanto sus tradiciones ancestrales como las nuevas creencias.ficados católicos. Un ejemplo de esta mestización es la incorporación de la cruz. Las conmemoraciones comienzan el 31 de octubre, cuando se encienden veladoras. Al día siguiente, las personas rezan y colocan ofrendas en sus hogares en memoria de sus seres queridos, honrando así sus recuerdos y reforzando la conexión entre ambas culturas.
La historia narra que, tras la llegada de los españoles a México, los pueblos originarios como los mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas y totonacas adaptaron sus celebraciones del Día de Muertos al calendario cristiano. Al integrar la religión católica, lograron que estas festividades coincidieran con el fin del ciclo agrícola del maíz, creando una conmemoración que honraba tanto sus tradiciones ancestrales como las nuevas creencias.