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“Di clases de apnea y fui sirena”: la mexicana que entrenó al elenco de Merlina y rompió un récord bajo el agua

Del nado con ballenas a romper el récord nacional mexicano de apnea a 90 metros, Camila Jaber compartió cómo su vida fue moldeada por el mar.

Del nado con ballenas a romper el récord nacional mexicano de apnea a 90 metros, Camila Jaber compartió cómo su vida fue moldeada por el mar.
Milenio
ZOCALO | MONCLOVA
09-05-2025
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Los gases más antiguos de la Tierra son el origen de nuevas aguas en el fondo del océano. Aunque no se ha podido comprobar si fue aquí en donde nació la vida, es un hecho que, desde su origen primigenio y hasta hoy día, el agua la ha moldeado a través de una serie de accidentes.

La historia de Camila Jaber, apneista y recordista nacional, es un ejemplo de ello. Nació rodeada de agua y aprendió a sumergirse en ella, no imaginó que un día la corriente la llevaría a nadar con ballenas jorobadas, romper un récord nacional y dar clases a sirenas.

 

Cómo te conviertes en apneista

 

Hace 13 años el cubano Francisco Rodríguez, mejor conocido como Pipin Ferreras, viajaba continuamente al Caribe, para entonces ya se había consolidado como uno de los pioneros de la apnea deportiva, también conocida como buceo libre: descendió 112 metros sin mayor apoyo que la resistencia de sus pulmones.

Por cuestión de azar o suerte, mientras pescaba, una pareja entusiasta se encontró con él en las playas de CancúnQuintana Roo. Ese mismo día, en casa, contaron a su hija sobre el encuentro y lo que Rodriguez había compartido sobre sus inmersiones marinas. Lo primero que la niña pensó fue que ese hombre era como una sirena.

“Si no hubiera sido por ese encuentro no creo que me hubiera enterado que existía. Había una persona en la zona que lo estaba empezando a practicar, pero pasaron muchos años para que creciera al nivel que está ahorita”, cuenta Camila.

Nació en Ciudad del CarmenCampeche, paisaje isleño rodeado por la Laguna de Términos y el Golfo de México. A los 8 años —edad en la que ella y su familia se mudaron a Quintana Roo— tenía en claro dos cosas: que amaba nadar y que el mar nunca es el mismo. “Se me inculcó mucho la magia y un poco, el misticismo del agua”.

Durante toda su adolescencia realizó más de un deporte acuático, incluyendo buceo con tanque, aunque al principio lo disfrutó, pronto comenzó a buscar algo más.

“Con este tipo de buceo vas nadando lento, vas viendo, pero en ese tiempo estaba muy pequeña como para apreciar lo pequeñito. Yo quería maravillarme de la inmensidad”.

Ha pasado más de una década desde la primera vez que Jaber realizó su primera inmersión sin ayuda de un tanque. En julio de este año rompió el récord nacional de apnea al alcanzar los 90 metros en el agujero azul más profundo del mundo en solo 2:46 segundos.

 

@camilajaber__

muy orgullosa de este buceo, de cada metro recorrido y de lo que significa llegar de vuelta a la superficie. cada inmersión me recuerda de dónde vengo, lo que aprendo en el agua y lo mucho que me impulsa todo el apoyo que me rodea 🫀

♬ original sound - Camila Jaber
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Enseñar a sirenas

 

Si bien Camila practica este deporte, las competencias no son algo de lo que pueda vivir, por ello, actualmente se dedica a hacer apnea para películas o televisión. Uno de sus trabajos más recientes fue en la segunda temporada de Merlina, una serie de misterio sobrenatural con el sello de Tim Burton.

Curiosamente, desde niña, soñaba con ser una sirena, nunca imaginó que a sus 29 años terminaría enseñando a un grupo de actrices a nadar como una. La apneista pasó de los cenotes azules en Cancún a los sombríos escenarios de la Academia Nunca Más, una escuela para lobos, gorgonas, vampiros y videntes.

“Tengo la fortuna de haber encontrado este nicho. Trabajé en la serie, entrené, di clases de apnea al elenco y también fui una sirena”

Aunque lleva varios años haciendo este tipo de trabajo, cada escena implica comenzar de nuevo, especialmente cuando hay que integrar el buceo libre a la trama.

“Más allá de la profundidad, el reto principal es mantener la calma, actuar debajo del agua, seguir una secuencia. Es poner en uso mi entrenamiento en un contexto muy distinto”, comparte.

Si bien había una estructura dentro del guión y escenas pensadas, Tim Burton le dio libertad creativa. “Nos tocó experimentar y hacer muchas pruebas y muchos ensayos de cómo se podría ver o lo que podría suceder el día de la filmación”. 

Pocos saben que la apnea también implica aprender a trabajar en equipo. Al bajar, quienes están en la superficie quedan atentos a la línea de vida y las sutilezas del agua. Es algo que Camilia traslada a las filmaciones: tanto en el descenso marino, como en el rodaje, cada punto tiene que alinearse y permitir que el movimiento fluya con el engranaje de cada pieza.

La apnea de inmersión libre es un deporte de adaptación: la mente no sólo tiene que estar preparada para bajar en medio del abismo, sino también, consciente de que el cuerpo no va a respirar por varios minutos: el tiempo que duren los metros hacia el fondo y los de regreso a la superficie. 

“Cuando tomas esa última respiración y te sumerges, si logras hacerlo bien, entras en un estado meditativo. Creo que es algo que el agua induce. Decimos que es como meditación asistida por el agua. Cuando estás aguantando la respiración no hay de otra: tu mente tiene que estar ahí y tiene que estar en el presente porque no puedes adelantarte a lo que va a pasar”

 

Dominar los pensamientos es algo que se obtiene con tiempo y estrategia: concentrando la atención en las ondas de sonido que viajan en el agua, abriendo los ojos para percibir el cambio de la luz, sintiendo el mar sobre el cuerpo que también se va adaptando a la profundidad.

Siguiendo las leyes físicas, el volumen de los pulmones conforme el cuerpo se sumerge se va reduciendo mientras una presión hasta 10 veces más grande que la de la superficie recae sobre ello. 

Anteriormente se creía que los humanos no podían bajar más de 50 metros porque los órganos se colapsarían. Sin embargo, los apneistas han desafiado las medidas con récords de más de 100 metros mar abajo. En 2007, con ayuda de un peso metálico, el buzo australiano Herbert Nietzsche logró descender 253.2 metros.

Los pulmones de Camila, como los de las legendarias pescadoras de la isla de Jeju, en Corea del Sur, están adaptados para inhalar más. Los estiramientos le han ayudado a incrementar su capacidad a medio litro de aire.

Además, su reflejo de inmersión se ha hecho mucho más agudo. Esta respuesta fisiológica es algo que los humanos comparten con los mamíferos acuáticos como las ballenas o los delfines: al contacto con el agua y los cambios de presión, los receptores sensoriales desencadenan una respuesta inmediata.

De México a Indonesia, comunidades de diferentes partes del mundo podrían contar con mutaciones genéticas útiles para las generaciones futuras.

 

 

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