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Periodismo y vuelta al suplicio; tiempos de cobardía

Pareciera que no sucede nada nuevo en el horizonte, no obstante cada día se acumulan nuevos esfuerzos, públicos y privados, por desacreditar al periodismo.

Pareciera que no sucede nada nuevo en el horizonte, no obstante cada día se acumulan nuevos esfuerzos, públicos y privados, por desacreditar al peri
Luis Carlos Plata
ZOCALO | MONCLOVA
09-22-2025
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Pareciera que no sucede nada nuevo en el horizonte, no obstante cada día se acumulan nuevos esfuerzos, públicos y privados, por desacreditar al periodismo. Algunos ociosos, producto de la inercia; otros más -la mayoría- sincronizados y con conocimiento de causa. Todo suma. A fuerza de repetirse, y por imitación, se ha vuelto deporte nacional.

En la sociedad actual el enemigo no son los albañiles o los mecánicos. Son los periodistas. Si el político, por excelencia objeto de escrutinio periodístico y revisión del poder, es corrupto, la culpa recaerá entonces en el comunicador que lo difunde.

Si bien el fenómeno no es nuevo sino “más viejo que el cagar”, dirían los prosaicos, a últimas fechas experimentamos una regresión en la vida pública del país.

Los ejemplos más notorios tienen origen en publicaciones de redes sociales que buscan denostar, hostigar y, en última instancia, desestimar al mensajero. Se cuentan por miles.

Otro escarmiento, menos visible para la generalidad aunque fácilmente detectable para los iniciados en el tema, es el retiro de la publicidad oficial en cualquier orden de gobierno a conveniencia como medida coercitiva.

Luego están los acicates que no se ven, mediante demandas civiles (sin descartar las penales o mercantiles) con un idéntico objetivo: amedrentar, silenciar, castigar.

Y finalmente los nuevos instrumentos en la legislación, con envoltorio de violencia política por razón de género, cuyo uso y abuso ha provocado un debate en la opinión pública, especialmente a raíz del caso que involucra a la diputada federal del PT que recibió el mote de “Dato Protegido”.

En última instancia, como novedad en los tiempos que se viven, aunque no en la historia de la humanidad, se trata de hacer escarnio público del periodista involucrado.

Lo que Foucault identifica y conceptúa como “suplicio” en su libro Vigilar y Castigar (Siglo XXI, 1975).

Disculparse durante 30 días consecutivos es, en los hechos, un suplicio. La fase previa del castigo y la disciplina.

Ha revivido entonces el ritual de la retractación pública. El ceremonial de la pena. El espectáculo punitivo del poder cayendo sobre el culpable. Teatralidad y representación.

“El suplicio debe ser resonante, y debe ser comprobado por todos”, ha escrito Foucault. “El suplicio desempeña una función jurídico-política. Se trata de un ceremonial que tiene por objeto reconstituir la soberanía por un instante ultrajada: la restaura manifestándola en todo su esplendor; despliega a los ojos de todos una fuerza invencible”.

Menciona el autor francés: “La ejecución de la pena no se realiza para dar el espectáculo de la mesura, sino el del desequilibrio y del exceso; debe existir, en esa liturgia de la pena, una afirmación enfática del poder y de su superioridad intrínseca”.

Simboliza “la fuerza física del soberano cayendo sobre el cuerpo de su adversario y dominándolo. Al quebrantar la ley, el infractor ha atentado contra la persona misma del príncipe; es ella –o al menos aquellos en quienes ha delegado su fuerza, en este caso el INE o los magistrados del Tribunal Electoral a través de los procedimientos especiales sancionatorios- la que se apodera del cuerpo del condenado para mostrarlo marcado, vencido, roto”.

“El suplicio no restablece la justicia, reactiva el poder”. “Es una manifestación de fuerza”.

Está sucediendo. El pasado 15 de septiembre, en Campeche, bajo el cobijo del asueto, se impuso a un periodista y su medio de comunicación (el periódico “Tribuna”) la figura del “censor designado”. Un precedente peligroso.

Una jueza de control del Sistema Penal Acusatorio y Oral, ordenó que las publicaciones relacionadas con la gobernadora, Layda Sansores, sean revisadas antes de difundirse, durante un periodo de tres meses.

Cada nota donde se le mencione deberá enviarse a revisión del Poder Judicial en aquella entidad para recibir observaciones, modificaciones, o incluso la prohibición de la publicación.

El objetivo, según el acuerdo judicial, es evitar la difusión de contenidos que puedan considerarse ofensivos o discriminatorios hacia la mandataria, quien previamente había logrado el cierre de las instalaciones del diario, y la inhabilitación del periodista que lo dirigía, durante dos años, tras una demanda por “incitación al odio”, además de “violencia, calumnias y difamación”.

Además fue arrestado éste y obligado a pagar una multa millonaria, al tiempo que su casa fue embargada. También consiguió le entregasen el nombre y los datos del responsable de las redes sociales del periódico en un plazo de 48 horas, como medida cautelar. Extraoficialmente Gobierno del Estado solicitó información sobre los bienes de otros tres periodistas obligados a ofrecer disculpas públicas a la gobernadora.

Así se va normalizando el asedio.

Cortita y al pie

A propósito de la entrega del Premio Estatal de Periodismo 2025 en Coahuila, evento celebrado el viernes pasado y que anualmente convoca a gran parte del gremio en la entidad en su modalidad análoga, es decir, como medios tradicionales, el tristemente célebre ‘Acapulco’ Berdeja repudió vía Facebook no sólo el certamen, sino a todos quienes participan en él por igual: en tiempo pasado, presente y futuro.

Nada nuevo bajo el sol, por lo demás. Todos los días, de manera sistemática, frustrado, rezumando inquina en cada publicación, endereza sus críticas virtuales a un enemigo imaginario: la prensa de Coahuila, y vocifera, sin ningún tipo de prueba o constancia, en su forzado papel de opositor para llenar un espacio que, dicho sea de paso, nadie le solicitó ni espera que lo cubra.

El objetivo es incendiar la parcela, no mover conciencias (muy distinto al jactancioso verbo “despertar” que se suele utilizar en esa circunstancia). O como ha identificado el Alcalde de Piedras Negras, Jacobo Rodríguez (Morena-PT), a propósito del mismo personaje: un “sabotaje permanente” (12/09/25).

Algunos -cada vez menos a comparación de 2022, año de su irrupción local, justo es decirlo- podrían decir en defensa de Mejía que sólo se defiende y ataca con la misma fiereza que recibe de sus interlocutores. Sin embargo lo anterior no se sostiene. Simplemente porque ha escalado el mensaje a un grado superlativo: el absurdo; la sinrazón.

La última y nos vamos

Tiempos de cobardía. Aunque así lo intenten de cualquier manera, no pasarán.

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