El 2025 fue un año de turbulencias físicas y políticas para Román Alberto Cepeda, Alcalde de Torreón gracias al sistema estatal de usos y costumbres...
El 2025 fue un año de turbulencias físicas y políticas para Román Alberto Cepeda, Alcalde de Torreón gracias al sistema estatal de usos y costumbres, y destinado a gobernar Coahuila –según su creencia– por derecho natural y pertenecer a una casta divina.
Con él sucedió un fenómeno particular: fue defenestrado, pero en el cargo. Tal cual, sin contradicción. Le quitaron la Policía y luego la Tesorería (binomio base de cualquier Gobierno). Al día de hoy, nominalmente aún en la Presidencia Municipal, sólo encabeza la entrega de uniformes, escobas o cascos. Eso sí, mostrando los dientes para las fotografías, como dicta el manual.
Donde menos daño haga se le ubica. No corta ni barajea ni reparte el mazo. No incide. Es un apestado.
Sin dinero ajeno y sin el monopolio de la fuerza pública a su disposición, es decir, sin la zanahoria y el garrote como medios para empoderarse y avanzar, el Presidente Municipal es desde entonces un espantapájaros en un campo de cultivo: ahí está, al frente, empalado y a la vista de todos, como un sujeto inanimado que ocupa un lugar en el espacio, sin embargo nada puede hacer para sacudirse a las aves que rondan y se posan en él.
En ese sentido, lo único que le resta es caer eventualmente. Por el desgaste propio, o porque lo arrojen las fuerzas de la naturaleza.
Antes de que sucediese lo anterior, no obstante, a mediados de año inició un jueguito de mandar indirectas muy directas al objeto de sus deseos reprimidos, usando el eslogan de su Administración como si fuese él quien enviase un mensaje.
Nadie se dio cuenta y de hecho a ninguno importa, pero en un episodio más de aquellas guerritas intestinas infantiles que suelen protagonizar los políticos que se quedaron en la etapa oral Freudiana, Román aplicó un cambio cosmético y semántico a la imagen propagandística del Municipio que expolia (muy distinto a decir gobierna) y en el acto personalizó la temática. Textualmente quedó así: “Ahora yo (te) quiero más”.
Durante su mandato pasamos del “Torreón siempre puede” (2022-2024), al “Torreón siempre puede más” (enero a julio 2025), al “Ahora yo (te) quiero más” (julio-agosto 2025).
Esa evolución (o involución, según se vea) pareciera una nimiedad aunque no lo es en los hechos. Como el pronombre “te” fue minimizado para que no se lea y quede escondido entre las otras palabras que le acompañan, las cuales poco importan en su significado, el tema de fondo es que después de un periodo 2022-2024 caracterizado por el desvío y malversación de recursos municipales en cantidades millonarias que superan varias centenas durante su gestión –ampliamente difundido en este mismo espacio a detalle–, cínicamente confesaba el edil de La Perla de La Laguna: “quiero más”. Sin máscaras, directamente él, amparado en la primera persona del “yo” como si se tratase de una declaración de intenciones.
La frase pudo tratarse de un ardid para forzar una negociación, dificultarla o entramparla, un blofeo como en el póker para que sus adversarios suban su apuesta, o un pulso para medir fuerzas y picar el orgullo a terceros. En política no hay coincidencias, y frecuentemente la forma es fondo, citando el clásico aforismo de Jesús Reyes Heroles.
Como respuesta a la pretensión de Román, una serie de acciones concatenadas llevó en agosto pasado, a 232 días de iniciado su segundo trienio consecutivo en Torreón, a la circunstancia de remover titulares de dependencias municipales del organigrama que tienen entre sus atribuciones legales el ingreso y manejo de recursos: Tesorería, Tránsito y Vialidad, y la Secretaría del Ayuntamiento. Todas las que requieren el aval del Cabildo.
No sólo fue maniatado Román, sino también alejadas de su alcance las tentaciones presupuestales. Así pasó del “Ahora (te) quiero más”, en franco desafío al poder central dando a entender que le quedaba chica la chequera del Municipio lagunero, a cambiar la intención en vísperas de su cuarto informe, acaecido la semana pasada sin pena ni gloria.
Un informe que, al momento de leer estas líneas, cinco días después de su presentación, sigue sin publicarse su versión digital a través de los canales de comunicación del Ayuntamiento, más allá de los ejemplares impresos que fueron en su día (4 de diciembre) entregados al Gobernador y al Cabildo (suponiendo existiese información impresa dentro de ellos y no recortes de periódico, por ejemplo).
En ese sentido, luego de perder el pulso, ser debilitado y acotado, ahora el mensaje cambió: “Mejor Torreón”. Es decir, mejor me quedo con el presupuesto de Torreón, y ya no aspiro al de Coahuila.
Sin embargo la decisión había sido tomada y ya no hubo de piña. Demasiado tarde.
Cortita y al pie
Román ha sido Alcalde de Torreón como su hermano mayor, es nieto del exgobernador oriundo de Arteaga, Román Cepeda Flores (1951-1957), quien en su día fuese también Alcalde Torreón, y sobrino nieto de otro ex Gobernador, Ignacio Cepeda Dávila (1945-1947), éste a su vez Alcalde de Saltillo y de Arteaga previamente, quien se suicidó en funciones en 1947, en su domicilio de la calle Purcell y Ramos Arizpe, en el Centro Histórico de Saltillo, un 22 de julio.
De la estirpe de Abraham Cepeda de la Fuente, general revolucionario, Román ha sido el último cachorro de la Revolución en funciones ejecutivas, si bien existen otros en la banca, a la espera de que cese la línea sucesoria por relevo generacional (la cual ronda los 35-45 años de edad) u obligada por género (con la imposición en la boleta de candidatas mujeres exclusivamente).
La última y nos vamos
Román quiso ser como su abuelo: Alcalde de Torreón y enseguida Gobernador, aunque acabó como su tío abuelo, quien fuese Alcalde de Saltillo y también Gobernador, este último cargo por poco tiempo: inmolado luego de una disputa con el poder central.
Uno invocando autonomía estatal ante el Presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, otro autonomía municipal ante el Gobernador de Coahuila (algún despistado invocará el mentado Artículo 115 constitucional. Una ficción jurídica, en los hechos).
Un asunto de familia, pues. Cepeda: la historia que se repite dos veces. O parafraseando a Marx: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.