A palabras necias, oídos sordos.
A palabras necias, oídos sordos. Sí. Pero desde que la estrategia política del régimen cuatrero que modificó el sistema político en 2018, es la “guerra por el control de la narrativa”, es decir, berrear con la suficiente fuerza y constancia hasta callar o suplantar al hipotético adversario y, de paso, convencer o por lo menos confundir a quienes ven, escuchan o leen el enfrentamiento discursivo, la dinámica cambió.
Ahora, siguiendo el mismo refranero popular, el que calla, otorga. Sin importar que asista la razón a quien permanece en silencio.
Dicho de otra forma: en la actualidad hay que responder los embates que a fuerza de repetirse, por más errados o absurdos que sean, pretenden imponer una percepción en la opinión pública sobre un tema, mediante un proceso de saliva, choro y manipulación.
En el caso que nos ocupará de aquí en adelante, se trata de ataques sustancialmente esquizofrénicos por parte de representantes locales de Morena y PT: delirantes, contradictorios, desorganizados, alucinantes y trastornados.
Como la gata mora: si la agarran chilla, si la sueltan llora.
Que el programa “Aquí vamos gratis”, del Gobierno Municipal de Saltillo, no es gratis porque nada es gratis en esta vida (pese a que el usuario de las ‘combis’ no cubrirá el costo directamente).
Que si los camiones destinados a circular durante los próximos 15 meses fueron vistos transitando por Guadalajara, Jalisco, días atrás, es porque ‘seguramente’ (es decir, no hay certezas, sino una simple presunción que sirve además para reforzar el prejuicio) desembarcaron en Manzanillo, Colima (por excelencia el puerto de entrada para mercancías de Oriente), y quihúbole con eso (que no representa ninguna ilegalidad, justo es decirlo).
Que los concesionarios de las rutas han ofrecido históricamente un mal servicio en Saltillo, sin embargo esos mismos concesionarios, pobrecitos, sufren por las nuevas acciones del Municipio (que busca remediar, justamente, ese histórico mal servicio).
Que si la propiedad de las 35 unidades móviles no será del Ayuntamiento (como de hecho no lo es nunca, en ningún ejemplo) representa un mal negocio.
Que Monterrey invierte más en el mismo rubro (lo cual es de Perogrullo considerando que su zona metropolitana se compone por 5.5 millones de habitantes y por tanto no se puede comparar).
Que la gente sufre para poder obtener una credencial (cuando han sido instalados módulos para facilitar el proceso hasta en las paradas de camiones más concurridas) y, en todo caso, para qué necesitan las personas un plástico si así, al ‘chilazo’, se pueden subir a una unidad de pasajeros (contraviniendo el principio más básico de la administración desde tiempos Pitagóricos: contar. O más allá: obtener datos como herramienta para ejecutar políticas públicas con base científica).
Los ‘argumentos’ anteriores significan, en los hechos, ruido de chicharrones: envolvente al principio, aunque nada signifique y pronto se disipe.
Cortita y al pie
“Aquí vamos gratis” es, por mucho, la iniciativa más ambiciosa de transporte público urbano en la capital de Coahuila de los últimos 12 años. Para el Alcalde, un reto inusual que él mismo se impuso: focalizó la atención de la agenda pública en un asunto que se torna complejo de resolver (el ‘cochismo’ del saltillense como raíz del fenómeno sociológico), y en el primer año de su gestión; no es casualidad que otros ediles en el pasado hayan retrasado hasta el final de su administración cualquier medida relacionada con el transporte para contener el costo político negativo a su imagen y eventualmente la de su partido, en el supuesto de no tener éxito como se vislumbra de antemano, o sencillamente hayan calculado voltear hacia otra parte durante tres o cuatro años.
La última y nos vamos
El problema, no obstante, tiene una recompensa para Javier Díaz González: si funciona (¿recuerda usted algo gratuito que no haya funcionado en Saltillo alguna vez?) catapultará la percepción que se tiene de su mandato trianual, a partir del próximo 1 de octubre, fecha programada para el inicio.
Y si también contribuye a producir una inercia positiva en la movilidad, fomentando alternativas diversas al automóvil particular, por lo demás, constituirá entonces un legado para la ciudad a vigilar y conservar (¿sirve de algo el Implan, por cierto?), pues no conviene perder otra vez lo construido, repetir el error, como ya sucedió con el proyecto “Saltibús” en la transición de 2013 a 2014.