Recientes encuestas reflejan que el índice de desaprobación a Donald Trump va en aumento entre la ciudadanía estadounidense; a la vez, el Gobierno han emprendido una campaña ya no sólo en contra de la población migrante, sino también hacia los opositores de la Administración del republicano.
Los ciudadanos estadounidenses de piel morena viven en su propio país bajo un riesgo creciente: los agentes de la policía migratoria de Donald Trump los están arrestando en números nunca antes vistos, dice The New York Times. Pero no sólo ellos están siendo reprimidos por las políticas de la extrema derecha en el poder.
Tras el asesinato de Charlie Kirk se ha desatado la persecución y la represión desde la Casa Blanca contra los disidentes políticos, mientras que los líderes de MAGA mantienen una “guerra santa” contra cualquiera que huela ligeramente a izquierda.
Todo esto sucede mientras Trump cae en las encuestas. De acuerdo con el ponderado de Real Clear Polling, 52.5 por ciento de los estadounidenses rechaza a su Presidente y el 45.3 por ciento lo aprueba, una diferencia de 7.2 por ciento entre ambos indicadores.
El promedio que realiza The New York Times lo hace ver más dramático: el índice de aprobación de Trump cae hasta 43 por ciento mientras que el rechazo sube a 54 por ciento, con una distancia de 11 puntos porcentuales. En ambos indicadores se puede apreciar que la tendencia es que el mandatario de Estados Unidos caiga más.
“Ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos hombres latinos, han sido detenidos y en algunos casos puestos bajo custodia por agentes del orden público que llevan a cabo la ofensiva migratoria del Presidente Trump y que sospechan que los hombres viven ilegalmente en el país. Si bien muchos de los detenidos declararon de inmediato su ciudadanía estadounidense a los agentes, han sido ignorados sistemáticamente, según entrevistas con los hombres, sus abogados y documentos judiciales. En algunos casos, han sido esposados, retenidos en celdas de detención y centros de migración durante la noche, y en al menos dos casos, retenidos sin acceso a un abogado ni siquiera a una llamada telefónica”, reseña hoy un reportaje de Jazmín Ulloa, Allison McCanny y Jennifer Medina.
De acuerdo con el texto del Times, es difícil determinar cuántos ciudadanos estadounidenses han sido detenidos en las redadas migratorias de la Administración Trump.
“El Gobierno federal no dispone de un registro exhaustivo de estos encuentros, y los agentes de migración no están obligados a documentar las detenciones de ciudadanos”, dice, pero una revisión basada en casos reportados públicamente y registros judiciales encontró que, desde enero, al menos 15 ciudadanos estadounidenses han sido arrestados o detenidos e interrogados sobre su ciudadanía por agentes de migración o agentes de la Ley locales reclutados para trabajar con las autoridades federales.
Timothy Shenk, historiador de la política estadounidense moderna, narra desde otro frente. Dice que durante casi un año los demócratas han estado enfrascados en un debate sobre cómo salir del atolladero después de la derrota frente a Trump.
“En retiros del partido y canales privados de Slack, junto con tensos intercambios en redes sociales y filtraciones estratégicas a periodistas, los demócratas al interior del partido han debatido sobre los errores de la Administración Biden y las deficiencias de la campaña de Harris”.
Lo que está en juego en estos argumentos ha aumentado aún más tras el asesinato de Charlie Kirk, dice Shenk, cuando la Casa Blanca intensificó su represión contra los disidentes y los líderes de MAGA declararon una guerra santa contra la izquierda.
“Pero un aire de negación —y, más recientemente, de pánico— ha impregnado el debate sobre el futuro. Es fácil afirmar que se necesita una reforma drástica, pero no hay acuerdo sobre cómo debería ser. En la práctica, la cúpula del partido está haciendo lo que siempre hacen: contar con que el otro bando se autodestruya para poder volver al poder con los mínimos cambios posibles”.
“La estrategia sería mucho más defendible si los demócratas pudieran descartar el trumpismo como una fiebre que con el tiempo desaparecería. Pero la evidencia de los últimos años apunta en la dirección opuesta: la disminución de la población en los estados demócratas, una caída alarmante en el registro de votantes demócratas, cálculos desastrosos para recuperar el Senado y la aplastante mayoría de quienes afirman que el partido está ‘desfasado’. Lo peor de todo es el continuo giro a la derecha de la clase trabajadora, un desafío que va más allá de ganar elecciones y que afecta directamente a la esencia de ser demócrata”, agrega el ensayo.
The Wall Street Journal cuenta de otro fenómeno que se está dando en paralelo y como consecuencia de lo anterior: El ascenso de los jóvenes socialistas estadounidenses.
“Mientras que la popularidad del Partido Demócrata, en su mayoría, ha caído a su nivel más bajo en 30 años, según una encuesta, y sus líderes parecen inseguros sobre cómo oponerse a Trump, la extrema izquierda se muestra vigorosa, especialmente entre los jóvenes. Una encuesta reciente del Cato Institute y YouGov reveló que el 62 por ciento de los estadounidenses de entre 18 y 29 años tiene una visión favorable del socialismo, algo inimaginable para las generaciones de la Guerra Fría. Algunos se están aventurando aún más hacia la izquierda”, afirma el diario.
“Mucho antes de que Lehman Brothers colapsara y el capitalismo se tambaleara, Gabe Tobias tuvo una visión sorprendente de lo que se convertiría en la crisis financiera global. Fue en Santa Ana, California, donde Tobias trabajaba como organizador comunitario después de terminar la universidad en 2006. Su tarea era asesorar a familias de bajos ingresos sobre atención médica. Pero pronto su trabajo cambió”, narra Josué Chaffin.
Con información de Sin Embargo Mx