Con trajes típicos, música de mariachi y un entusiasmo que desbordaba las fronteras, un grupo de mexicanos convirtió la Plaza de San Pedro.
Vaticano.- Con trajes típicos, música de mariachi y un entusiasmo que desbordaba las fronteras, un grupo de mexicanos convirtió la Plaza de San Pedro en una auténtica fiesta nacional durante la oración del Regina Caeli, celebrada este domingo en el Vaticano. La ocasión: recibir con fervor la bendición del recién nombrado Papa León XIV.
Desde temprana hora, decenas de connacionales arribaron al corazón de la Santa Sede, ataviados con vestidos de chinas poblanas, sombreros de charro, capas de caballeros aztecas y cargados de instrumentos musicales. La escena, por sí sola, capturaba el espíritu festivo de un pueblo que nunca pierde la fe ni la alegría.
“Mucho orgullo, por supuesto. Se siente una emoción tremenda porque la vibra de la gente y del nuevo Papa es enorme”, compartió Carlos Lara, uno de los feligreses mexicanos que viajó hasta Italia para vivir este momento histórico.
El ambiente fue acompañado por melodías emblemáticas como Cielito Lindo, La Bikina, El Huapango de Moncayo y, por supuesto, La Guadalupana. El sonido de trompetas, guitarras y voces entonando canciones tradicionales hizo voltear a turistas de todas partes del mundo, atraídos por la singular fiesta mexicana en medio del fervor religioso.
Para Daniel Morales, originario de Veracruz, la experiencia fue el resultado de meses de preparación.
“Es un sueño hecho realidad. Nos empezamos a preparar hace un año, tanto padres de familia como alumnos y colegios. Fue un trabajo durísimo, pero valió totalmente la pena”, expresó con emoción.
La misa estuvo marcada por una gran presencia internacional, con comitivas de distintos países desfilando por la Vía de la Conciliación, camino que conduce directo al corazón del catolicismo. Sin embargo, la presencia mexicana destacó por su energía, colorido y emotividad.
“No teníamos en mente la posibilidad de estar en algo tan histórico: un cónclave, la elección de un Papa. Y más aún, un Papa que ha estado en misiones en Latinoamérica. Para nosotros, eso nos llena de alegría”, agregó Morales.
Tras la homilía, los connacionales no se retiraron de inmediato. Por el contrario, continuaron la celebración en las inmediaciones de la plaza, contagiando su entusiasmo a propios y extraños. Porque si algo quedó claro este día en Roma, es que donde hay un mexicano, hay fiesta, fe y corazón.