La “Sala de las Lágrimas” es una de las estancias más emblemáticas e icónicas del Cónclave, el proceso secreto mediante el cual se elige al nuevo Papa
Ciudad de México.- La “Sala de las Lágrimas” es una de las estancias más emblemáticas e icónicas del Cónclave, el proceso secreto mediante el cual se elige al nuevo Papa. Tras alcanzar el umbral de dos tercios de los votos necesarios en el Colegio Cardenalicio, el elegido se dirige a esta pequeña antecámara de la Capilla Sixtina. Es aquí donde el futuro Pontífice se despoja de su vestimenta roja de cardenal para ponerse las blancas vestiduras papales, marcando el inicio de su nuevo rol como líder de la Iglesia Católica.
¿Por qué se la llama Sala de las Lágrimas?
La fama de esta habitación proviene de una tradición profundamente humana que afirma que los Papas recién elegidos, al tomar conciencia del peso y la magnitud de su nueva responsabilidad, no pueden evitar llorar. El Obispo Robert Barron explica que, en el momento de vestir el hábito papal, el elegido puede experimentar una profunda sensación de sobrecogimiento. El peso del cargo y la solemnidad del momento lo invaden, y muchos Papas fueron vistos con lágrimas en los ojos, entendiendo finalmente la seriedad de su misión.
Una de las historias más conocidas en torno a esta tradición es la del papa León XIII. Elegido en 1878 a los 65 años, León XIII lloró al considerar que su edad avanzada le impediría cumplir con las demandas del cargo, presagiando su pronta muerte. Sin embargo, su pontificado se extendió durante 25 años, hasta 1903, convirtiéndose en uno de los más largos de la historia de la Iglesia.
Por otro lado, el papa San Juan XXIII, conocido por su gran sentido del humor, mostró una actitud más ligera ante el solemne momento. Al mirarse en el espejo con la sotana blanca, notó que las vestiduras papales no le quedaban tan bien como esperaba y, con su característico buen humor, comentó: “¡Este hombre será un desastre en televisión!”
Un momento aún más enigmático lo protagonizó el Papa Juan Pablo I. Antes de ingresar a la “Sala de las Lágrimas”, supuestamente comentó a los cardenales: “Que Dios los perdone por lo que han hecho a mi respecto”, citando un dicho de un pontífice antiguo, lo que dejó una sombra de misterio sobre su breve papado.
Al salir de la “Sala de las Lágrimas”, el nuevo Papa es recibido por los cardenales, quienes, uno a uno, se adelantan para rendirle homenaje y ofrecerle su obediencia. Posteriormente, todos rezan un Te Deum en acción de gracias, antes de que el nombre del nuevo Papa sea anunciado al mundo desde la Plaza de San Pedro, en un momento de gran emoción para la Iglesia y para los fieles de todo el planeta.