Reconstruyen a un joven de 21 años una extremidad amputada con un trasplante de las falanges inferiores
Madrid.- Al principio, a Diego Albéniz no le gustó nada la idea. Se preguntaba cómo iba a llevar en su mano tres dedos de sus pies, “con lo feos que son”. Lo rechazó por pura estética, pero doce meses después del accidente que convirtió su mano derecha en casi un muñón este joven de 21 años se meterá en un quirófano del Hospital La Milagrosa de Madrid para recuperar la funcionalidad perdida.
La alternativa al injerto era una mano ortopédica, que le obligaba a cortar aún más su extremidad y, con la que nunca recuperaría el tacto. “He decidido ser práctico, siendo realista, mi mano con solo el pulgar ya no es bonita y quiero volver a ser el que era. Mi prioridad es volver a sentirla como la tenía antes”.
El cirujano reconstructivo Francisco del Piñal tiene la culpa de que Diego haya dado el paso. Es el médico que más dedos del pie ha implantado en extremidades superiores. Casi siempre se trasplantan los primeros dedos de los pies porque con ellos se puede reestablecer la función de pinza para coger objetos tras la amputación de los pulgares. En su haber cuenta con casi 600 injertos de este tipo que han tenido un rechazo mínimo. Por eso acuden a él para tratar situaciones desesperadas como la del joven Diego.
Un accidente de tráfico
El accidente ocurrió cuando tenía solo 20 años. Fue una mañana de domingo en la localidad navarra de Murieta. Iba de copiloto en un coche que volcó y destrozó los cuatro dedos de su mano derecha. No recuerda gran cosa, solo que aquel día le cambió la vida. Los primeros médicos que le atendieron solo pudieron salvarle el pulgar, las demás falanges estaban tan machacadas que no se pudieran recuperar.
Diego se enteró de la valía del doctor Piñal por el boca a boca. Un joven alpinista de un pueblo cercano acudió a este cirujano por una lesión similar y volvió a escalar sin problemas. «La funcionalidad de la mano tras el injerto de los dedos de los pies es perfecta. Este montañero ha vuelto a subir a picos de 7.000 metros. Pero no hago milagros. No engaño a nadie, el resultado estético no es tan bueno como el funcional. Hacemos trucos quirúrgicos para que las falanges parezcan más largas, aún así, no dejan de ser los dedos de un pie», reconoce Del Piñal.
La marcha no se resiente
La mano injertada vuelve a hacer la pinza, la prensa, siente el calor, las caricias…vuelve a ser útil. El precio a pagar es tener también los pies desfigurados. La estética se pierde, aunque no afecta a la marcha. “En un atleta de élite a lo mejor se notaría en los resultados, aunque no en una vida activa normal. Una de mis pacientes corrió la maratón de Nueva York después de quitarle tres dedos del pie”, recuerda el cirujano. Diego no quiere correr una maratón, pero sí volver a jugar al fútbol, su mayor afición.
Al equipo de Piñal y a Diego les espera una intervención que se prolongará entre doce y catorce horas. Se requiere mucha paciencia y temple para volver a conectar arterias de un mílimetro de diámetro al microscopio, tendones, hueso, la piel..., una tarea que ejecutarán tres cirujanos especialistas.
El cirujano confía en reconstruir la mano de Diego en una única cirugía si nada lo impide. El mayor riesgo es que los injertos fracasen, algo que se sabrá a las 24-48 horas de la operación. «Es una posibilidad mínima. En un chico sano como él, el riesgo es de menos del 0,5%», asegura.
Si todo va bien a la cirugía le seguirá una rehabilitación intensa que comenzará a partir de la tercera semana. Primero se recuperará la movilidad y lo último la sensibilidad que puede tardar meses en volver.