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¡Hasta siempre, Rey! lloran partida de Giorgio Armani

Despide el mundo al genio visionario del estilo sobrio que transformó la moda, la elegancia y el poder

Despide el mundo al genio visionario del estilo sobrio que transformó la moda, la elegancia y el poder
Descansa en estilo, señor Armani. Tu legado no sólo perdura; viste al mundo.
Grupo Zócalo
ZOCALO | MONCLOVA
09-05-2025
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Saltillo, Coah.- Giorgio Armani ha muerto. La frase sacude con la fuerza de una pasarela en silencio. A los 91 años, el diseñador que reinventó la elegancia contemporánea y dio forma a la estética de una era se despidió en su querida Milán, acompañado de su círculo más íntimo y de Leo Dell’Orco, su compañero en la vida y en la moda durante dos décadas. Con su partida, el mundo no solo pierde a un modisto legendario, sino a un arquitecto del estilo, un visionario que desafió las convenciones con una precisión tan suave como implacable.

Armani fue más que un creador de ropa: fue un autor de atmósferas, un director del vestir, un poeta del tejido. Transformó el traje, democratizó la elegancia y escribió, desde 1975, una historia coherente y sofisticada que ahora cierra su capítulo final con la misma sobriedad que caracterizó su obra. Pero el eco de su legado seguirá latiendo.

Genio incansable

Ni la edad, ni la fama, ni siquiera la enfermedad pudieron detenerlo. Aún tras una infección pulmonar que lo mantuvo alejado del último desfile de alta costura masculina en junio, el “señor Armani”, como le llamaban con respeto en su casa de moda, trabajó hasta sus últimos días. Estaba presente en cada colección, cada ajuste, cada nueva idea. En un mundo dominado por conglomerados, él se mantuvo fiel a su independencia, a su visión y a su estética.

 

El Estilo Armani

Fue el primer diseñador posmoderno. Mientras otros imponían tendencias efímeras, Armani proponía una estética eterna, liberadora y fluida. Su “chaqueta desestructurada” cambió para siempre la moda masculina; sus trajes de corte andrógino empoderaron a las mujeres en los años 80; y su uso del “greige” –ese gris-beige que él mismo nombró– definió el color del poder silencioso.

Armani entendió antes que nadie que la moda era un lenguaje. Y él la habló con sobriedad, elegancia y una inteligencia sutil.

 

Hollywood a sus pies

Pocos diseñadores han marcado tanto el cine. Armani no sólo vistió actores: construyó personajes. Desde Richard Gere en American Gigolo, que definió al “hombre Armani”, hasta los trajes que empoderaban a Bruce Wayne en Batman, su visión trascendió la pasarela para instalarse en la pantalla grande. Su colaboración con Hollywood fue una historia de amor con más de 200 películas y un lugar propio en el Paseo de la Fama.

Condolencias globales

Las redes sociales se tiñeron de luto y lujo. Julia Roberts lo llamó “un verdadero amigo. Una leyenda”. Russell Crowe compartió cómo un traje Armani lo cambió todo en Cannes en 1997. Laura Pausini escribió con emoción: “Un honor conocer a un rey”. Desde los Oscar hasta los Grammys, desde las casas reales hasta las galas privadas, su toque fue siempre el mismo: exquisito, discreto, eterno.

 

Un imperio discreto

La Fundación Giorgio Armani tomará las riendas de un imperio valorado entre 6 mil y 7 mil millones de euros, con más de 8 mil 700 empleados, 650 tiendas y presencia en todos los continentes. Pero el mayor activo de la marca no está en cifras, sino en su filosofía: rigor, elegancia, minimalismo. Armani nunca se vendió. Nunca cedió. Nunca dejó de ser él mismo.

Su legado va más allá de la moda: incluye hoteles, restaurantes, cosmética, mobiliario. Todo lo que tocó fue elevado a un nuevo estándar de estilo. Su última adquisición, la mítica “Capannina” en Forte dei Marmi, fue un regalo de despedida a sus colaboradores y a Dell’Orco, el gran amor de su vida.

 

Alta costura poética

A los 70 años, fundó Armani Privé, una oda al lujo silencioso. Cada pieza era un susurro, una caricia, una historia contada con hilo y luz. Su alta costura fue siempre un gesto de amor hacia la moda como arte, no espectáculo. En sus manos, incluso lo invisible tenía peso: los bordados, los cortes, la fluidez perfecta. En un mundo que grita, él susurraba. Y se escuchaba más.

 

La revolución suave

Armani no gritó para ser escuchado. Rompió los estereotipos con cortes suaves, colores tenues, hombreras que empoderaban sin aplastar. Dio poder a las mujeres sin disfrazarlas, seducción a los hombres sin quitarles sensibilidad. Fue el sastre de quienes no necesitaban ostentar para dominar.

En una industria donde el ego es parte del uniforme, él prefirió dejar que hablaran sus trajes. Y lo hicieron. A través de décadas, culturas y generaciones.

 

Un adiós eterno

Giorgio Armani no sólo diseñó prendas. Diseñó un modo de estar en el mundo. Uno donde la elegancia no es accesorio, sino actitud. Donde la sobriedad es símbolo de confianza. Donde lo esencial habla más fuerte que el exceso.

Ayer, su teatro en Milán se conviertió en capilla ardiente. Pero su verdadero mausoleo está en cada persona que se viste con dignidad, sencillez y fuerza. Porque vestir Armani no es ponerse un traje. Es adoptar un lenguaje.

Descansa en estilo, señor Armani. Tu legado no sólo perdura; viste al mundo.

 

 

* Con información de EFE

 

 

 

 

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