Los Acereros de Monclova integraron a su cuerpo técnico para esta temporada a un histórico del beisbol mexicano, Iker “El Vaquero” Franco
Monclova, Coah.- Los Acereros de Monclova integraron a su cuerpo técnico para esta temporada a un histórico del beisbol mexicano, Iker “El Vaquero” Franco, poseedor del mejor brazo que se ha visto en los últimos años, es el último receptor que con un solo movimiento lograba sacar a sus rivales que intentaban robarle la segunda base.
Iker Franco se integra al staff de coach que estarán auxiliando a Edwin Rodríguez, aunque su función es como coach de catchers también se involucra con el trabajo de defensiva y bateo ya que si alguien en ese dogout conoce los secretos del beisbol mexicano es el de botas y sombrero.
“Estoy muy contento de estar aquí, como jugador nunca me tocó formar parte de Acereros pero es uno de esos equipos a los que deseas pertenecer y qué bueno que me tocó en esta época, con esta Directiva que está tan comprometida con el beisbol y con el desarrollo de los jóvenes”.
Iker Franco, mejor conocido como “El Vaquero” jugó por 20 temporadas de manera interrumpida en los dos circuitos mexicanos, la historia inició en 1999 con los Tigres capitalinos, luego emigró a Estados Unidos para participar en las Ligas Menores, el resto de la historia la escribió con los Tigres de Quintana Roo, mientras que en la Liga del Pacífico participó con los Naranjeros de Hermosillo, Tomateros de Culiacán y Yaquis de Obregón, retirándose en 2019.
“Fue una historia muy bonita inimaginable, creo que logré todo en mi carrera como pelotero y ahora sólo busco transmitir toda mi experiencia a las nuevas generaciones, ser coach es algo que disfruto mucho, trabajar con estos muchachos que llenos de sueños entregándolo todo es algo que me recuerda a cuando yo iniciaba en el beisbol y quizá por eso lo disfruto mucho”.
“El Vaquero” fue respetado siempre por su potencia en el brazo, ya que era el único catcher que sentado, sin pararse o cuadrarse como coloquialmente se dice en el beisbol, sacaba un potente disparo a cualquiera de las almohadillas, especialmente a segunda base y era muy difícil que le robaran la base.
“Fue algo que desarrollé, de niño admiraba a Evaristo Santiago, de Grandes Ligas, él tiraba sentado y fui desarrollando esa mecánica, luego cuando llegué a ser profesional la perfeccioné y fue muy efectiva, ya que me ayudó mucho a ser más rápido a la defensiva, y mi bateo siempre fue natural y con poder”.