Hoy en día, el sarape de Saltillo sigue siendo un símbolo de identidad, arte y herencia cultural que trasciende fronteras, llevando consigo el espíritu del noreste mexicano a todas partes del mundo.
Con su icónico diamante al centro, que simboliza los amaneceres y atardeceres del noreste de México, el sarape es uno de los textiles más representativos de la cultura mexicana. Su diseño único y su riqueza artesanal lo han convertido en un orgullo regional y en un emblema de Saltillo, Coahuila.
El sarape de Saltillo, una pieza rectangular tejida tradicionalmente en dos lienzos unidos por el centro, destaca no solo por su belleza, sino también por la exclusividad de cada prenda. Ningún sarape es igual a otro, ya que suelen elaborarse con hasta 40 tonalidades de colores y siempre cuentan con un distintivo diamante o “boca” en el centro, lo que los hace únicos y especiales.
El reconocido taller “El Sarape de Saltillo”, propiedad de la familia Mendoza Oyarzábal, ha mantenido viva esta tradición desde hace más de un siglo. Entre sus clientes destacan figuras de renombre como Rafael Caldera, expresidente de Venezuela; la actriz María Félix; los artistas Irma Serrano “La Tigresa” y Alejandro Camacho; la cantante Ana Gabriel; la actriz estadounidense Joan Crawford; y el torero Alfredo Leal, entre otros.
El origen del taller se remonta a 1920, cuando un español de apellido Sánchez Muslera vendió su negocio, llamado “El Charro”, a Dolores González de Oyarzábal, abuela de los actuales propietarios.
El taller estaba ubicado en un local del desaparecido hotel Arizpe Sáinz. Antes de regresar a España, Sánchez Muslera transmitió a doña Dolores los secretos del teñido de lana y el tejido de los sarapes, asegurando así la continuidad de esta tradición artesanal.
Hoy en día, el sarape de Saltillo sigue siendo un símbolo de identidad, arte y herencia cultural que trasciende fronteras, llevando consigo el espíritu del noreste mexicano a todas partes del mundo.