Obispos fundadores y protectores del Seminario en esta ciudad.
Saltillo, Coah.- El Nuncio Apostólico en México, Joseph Spiteri, y el Obispo de la Diócesis de Saltillo, develaron los bustos de Jesús María Echavarría Aguirre, obispo entre 1905 y 1949, y de Luis Guízar Barragán, obispo entre 1938 y 1954, fundadores y protectores del Seminario en esta ciudad.
En las instalaciones de lo que será el Colegio San José, donde estaba el Seminario Menor por la calzada Antonio Narro, el Nuncio Apostólico recordó que Guízar Barragán “trabajó él mismo con sus propias manos en la construcción del Seminario, junto con los seminaristas; es otro ejemplo de estos dos pilares de la iglesia de Saltillo, un ejemplo increíble que nos dejan”.
En su mensaje, el obispo Hilario González, señaló la tradición episcopal de la Iglesia Católica, que haciendo equipo con la sociedad, se ha preocupado por desarrollar la oferta de una educación y humanista que forme ciudadanos y cristianos íntegros.
‘Padre de los pobres’
Monseñor Jesús María Echavarría, tercer obispo de Saltillo, llamado Siervo de Dios, nació en Sinaloa en 1858. Se distinguió por el estricto cumplimiento del deber como sacerdote al servicio de los fieles.
“Al llegar a la Diócesis de Saltillo, una de sus preocupaciones fue restaurar el Seminario Diocesano. Y en ese mismo año (1905) fue inaugurado el edificio que actualmente es el Centro Cultural Vito Alessio Robles”.
“Impulsó el pensamiento social del Papa León XIII, estableciendo diversas instituciones que llegaran a construir un mundo mejor, más justo. Siguiendo el pensamiento del Papa Pío X, sobre la atención de los sacerdotes fundó la Sociedad Mutualista Sacerdotal.
Vivió la Revolución Mexicana y fue perseguido en la época conocida como la Cristiada. En este periodo destaca su preocupación por la instrucción y formación religiosa de los niños, la catequesis y las misiones, como caminos para amar a Jesucristo y a la Virgen María.
En 1927 fue apresado sin motivo alguno y junto con un grupo de obispos, fue desterrado a Estados Unidos. En 1929 regresa a México y murió en 1954. La gente lo llamaba “Padre de los pobres”.
Guízar, el Obispo más joven del mundo
En tanto, Guízar Barragán, nació en Michoacán en 1895. Tuvo cuatro tíos obispos, uno de ellos santo. Cursó estudios en Roma obteniendo los grados de doctor en Filosofía, bachiller en Derecho y doctor en Teología, por la Universidad Gregoriana.
En tiempos de la Cristiada estuvo a punto de ser asesinado y vivió en el destierro. A los 36 años fue nombrado obispo de Campeche, siendo el obispo más joven del mundo.
Para 1938 fue trasladado a la Diócesis de Saltillo como obispo coadjutor con derecho a sucesión. Dada la avanzada edad de monseñor Echavarría, es quien en la práctica gobernaba la Diócesis.
En 1943 bendijo la primera piedra del edificio que durante años albergó al Seminario Menor, por la calzada Narro, y en 1957 fue la solemne bendición del edificio.
“Le molestaba la ostentación, era admirable en su sencillez, sabiduría y don de gente. Murió el 27 de octubre de 1981, el día que el presbiterio y los fieles habían programado celebrar el aniversario de ordenación sacerdotal”.
Al evento asistieron el alcalde Javier Díaz González, el padre Manuel Rodolfo Escobedo Díaz de León, director general del Colegio San José; el maestro José Alejandro Vázquez Chávez, director general adjunto del Colegio San José; el padre Juan Manuel Ledezma Ramírez, ecónomo diocesano, y miembros del Comité Pro-Construcción, entre otros invitados.
Pide paz permanente, no una tregua ‘de descanso’
El Nuncio Apostólico en México, Joseph Spiteri, planteó que el Gobierno Federal garantice una paz permanente y no treguas, ante los crímenes de la delincuencia organizada, lo que incluye ataques directos a sacerdotes.
“Sobre la cuestión de la paz, como ustedes saben, la Iglesia, la Conferencia del Episcopado Mexicano, ha sido muy activa en este sentido y también en todas las diócesis prácticamente, con estos coloquios a favor de la paz; es decir, crear siempre consciencia entre la población, del significado de paz y de la necesidad de trabajar juntos”.
Así, quienes integran la iglesia, la sociedad y el gobierno, deben colaborar para sembrar la semilla de la paz y la reconciliación para poner fin a la violencia en México.
“No es siempre fácil, ustedes conocen bien la realidad, pero, veo que hay más conciencia y más deseo de trabajar a favor de la paz. La paz que queremos, como dice el Papa León XIV, no simplemente verla como una tregua, como un momento de casi, podemos decir, de descanso ¿no? Entre momentos de violencia”.
“Sino una paz activa, una paz que se construye cada día, con un desarrollo humano y social, que pueda verdaderamente mejorar la situación de los ciudadanos, de todos los ciudadanos; la situación también de nuestro planeta”.
Algunos religiosos han sido blanco directo de la delincuencia organizada y otros más han sido víctimas indirectas, como la mayor parte de las víctimas de la violencia.
“Son víctimas inocentes que a lo mejor se encontraron en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Para la Iglesia, obviamente nos duele cada víctima, no solamente los padres, los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, obviamente, porque están en primera línea en el trabajo de la Iglesia, pero a nosotros nos duele cada víctima de la violencia”.