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Armando Fuentes Aguirre; el maestro enamorado de sus materias

Durante más de 50 años fue docente frente a grupo, y con gran sapiencia asegura que ‘enseñar no consiste en transmitir conocimiento, sino en contagiar entusiasmos’.

Durante más de 50 años fue docente frente a grupo, y con gran sapiencia asegura que ‘enseñar no consiste en transmitir conocimiento, sino en cont
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ZOCALO | MONCLOVA
07-13-2025
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Saltillo, Coah.-Enseñar es un arte, y no consiste en transmitir conocimiento, sino en contagiar entusiasmos”, asegura don Armando Fuentes Aguirre “Catón”, quien por más de 50 años desarrolló su trayectoria frente a grupo, por lo que sabe que “el buen maestro debe estar enamorado de sus materias, y contagiar ese amor a sus alumnos”.

Entrevistado en el segmento Maestros que dejan Huella del noticiario Despega con Chuchuy de Tele Saltillo y Zócalo Saltillo el también periodista, escritor, conferencista, además de cronista de Saltillo abre la puerta a su vida, su paso por el Instituto Plancarte, el Colegio Ignacio Zaragoza, el Ateneo Fuente y de la entonces Escuela de Ciencias de la Comunicación (hoy Facultad) de la UAdeC, de la cual fue director y naestro fundador. 

“Les decía, un buen maestro debe contagiar ese amor a sus alumnos por el aprendizaje y el conocimiento, y si en cada curso anual consigue que uno solo de sus estudiantes se enamore de la materia que él está enamorado, ese maestro habrá cumplido su misión y su función”, explica el célebre escritor saltillense. 

Dio clases en el Plancarte

Sentado a un costado de un piano cubierto con un enorme sarape, en el escenario de la Sala Carmen Aguirre de Fuentes de Radio Concierto, en esa bella casona sobre General Cepeda, es-quina con Callejón del Caracol, preguntamos a don Armando qué edad tenía cuando empezó a dar clase en el Zaragoza. 

“Antes de ser maestro de ahí, donde impartí en secundaria y preparatoria, primero di clases en un colegio para niñas y señoritas, el colegio Plancarte, ubicado en la calle de Allende, un poco arriba de Juárez. Llegué a ser maestro por un azar, como tantas cosas de mi vida”, comparte don Armando. 

“Resulta que iba a cumplir años, el señor Obispo, don Luis Guizar Barragán, y lo iban a celebrar con una velada literario-musical en su honor, que se desarrollaría en el salón de ac-tos de San Juan Nepomuceno, y para mi sorpresa me invitaron a declamar, y yo me sabía puras declamaciones para ser dichas en reuniones de tipo etílico”.

“En un día memoricé ‘Los Motivos del Lobo’, y lo dije en aquella velada, al terminar la declamación, el Obispo me llama, pregunta mi nombre, y días después recibí una llamada de las madres del Instituto Plancarte querían hablar conmigo”. “Fui a la casa donde vivían y me pasaron a la dirección, ahí esperaba, andaba una novicia haciendo limpieza, y me llamó la atención que en torno de las paredes, había las imágenes de varias vírgenes. La de Guadalupe, la del Rosario, de La Luz, del Perpetuo Socorro… entre ellas vi una que no reconocí, y le pregunté a la muchachita: ¿qué virgen es esa…?, a lo que me contestó: ‘esa no es virgen, es la Madre Superiora”, dice don Armando con una gran sonrisa. 

“Resulta que la cita era para ofrecerme una clase en el colegio, para lo cual me había recomendado el señor Obispo. Yo tenía 18 años y les daba literatura, a muchachitas que tenían la misma edad que yo, pero no me dejaban solo con ellas; en un rincón, en todas las clases, había una madre tejiendo”.

Maestro de muchas generaciones, instituciones y niveles, donde marcó la vida de cien-tos de alumnos, también hubo docentes que marcaron a don Armando como estudiante. 

Maestros que le marcaron

El mejor maestro que tuvo, dice: “ni siquiera era maestro”. Sin título, su mentor fue desde vendedor de libros, minero, incluso boxeador, “pero había leído mucho, me dio literatura en el Ateneo Fuente: Guillermo Meléndez Mata, un extraordinario maestro”.

“En la prepa nocturna, mi maestra de Literatura, Julia Martínez, casi tenía la misma edad de nosotros sus alumnos, pero era dueña de una sabiduría y bondad extraordinaria; don Francisco García Cárdenas en la Escuela de Leyes, hoy Facultad de Jurisprudencia, don-de hay un busto en bronce en su honor, y cada que paso frente a él, ganas me dan de santiguarme, porque además de ser un sabio, era muy bueno y dejó una profunda huella en todos sus alumnos”. “Lo más importante de don Francisco fue su bondad, que pienso es más alta que la sabiduría, porque todos venimos a este mundo a ser felices, y a dar felicidad a los demás, y la mejor manera de serlo, es ser buenos, en el sentido original de la palabra, hacer el bien a los demás en todas las formas que podamos hacerlo”. 

Otros maestros “que dejaron profunda huella en mí: Juanita Flores viuda de Teissier; Amelia Vitela de García, que cuando teníamos 14 o 15 años, nos dio a leer ‘La Vida Inútil de Pito Pérez’, un libro de cosas no muy san-tas, y ella nos explicaba con gran ternura todos esos misterios de la vida, que luego habríamos de descubrir personalmente”.

“También Ethel Sutton, sabia maestra de biología e inglés; el licenciado Margarito Arizpe de la Escuela de Leyes, de cuya clase alguna vez unas alumnas querían irse 15 minutos antes del final de la clase porque querían ir al cine, y le dijeron: ‘Licenciado, nos vamos al cuarto’, a lo que él respondió: ‘¡con todas!’. Además de sabio jurista era un finísimo poeta”.

No se pierda este domingo la entrevista completa a don Ar-mando Fuentes Aguirre ‘Catón’ a las 13:00 y a las 20:00 horas, por Tele Saltillo y por Super Channel 12 de Piedras Negras para todo el norte del estado.

‘No se vaya a olvidar de nosotros’

Relata que su trayectoria magisterial de 50 años iba a llegar a su final, debido a constantes viajes para impartir conferencias y para “dar sitio a las generaciones nuevas”.

Así, llegó el momento del adiós: “di mi última clase del año, en el cierre del curso, en la Escuela de Comunicación, hoy Facultad, de la cual fui fundador. Quizá andaba inspirado o no sé qué pasó, pero al terminar la clase, todo el grupo se puso de pie y me aplaudió”.“

Al salir del aula, estaba una linda muchachita, no se me olvida el nombre: Elsa Antonieta de Hoyos, y con lágrimas en los ojos me dijo: ‘maestro, no se vaya a olvidar de nosotros; nunca nos vamos a olvidar de usted’. Supe que ese era el momento de terminar mi trabajo docente”. 

¿Quién es ‘Catón’?

Periodista, escritor y humanista. Nació en Saltillo, el 8 de julio de 1938. Cursó la carrera de Jurispru-dencia en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Universidad Autónoma de Coahuila, donde recibió su título.

Es licenciado en Lengua y Literatura Española y en Pedagogía por la Escuela Normal Superior de Saltillo. Estudió Periodismo en la Universidad de Indiana, Estados Unidos.

Fue catedrático de educación superior desde 1963, y fundó la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Fundó y dirigió el periódico Vanguardia de Saltillo. Desde 1978, es cronista de esta ciudad. Es miembro del Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas y de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística. Interesado en la radio desde su juventud, creó Radio Con-cierto, primera estación de radio cultural en el país fundada y sostenida por un particular.

Sus reconocimientos

Ha obtenido numerosos premios: la medalla Miguel Ramos Arizpe al mérito universitario; la presea Saltillo, otorgada por el Cabildo a saltillenses distinguidos; la presea IMARC, conferida por este instituto a quienes han destacado en la búsqueda del bien comunitario; la medalla Ocho Columnas de Oro, en Guadalajara; y en varias ocasiones el premio IxtanCan del periódico El Norte, de Monterrey, al mejor columnista. Recibió la presea José Maiz Mier (2001), otorgada por el Salón de la Fama de Beisbol Mexicano.

El premio que cada año entrega a su mejor alumno la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila, lleva su nombre, así como el Premio de Periodismo Cultural que otorga esta Universidad.

La ciudad de Parras de la Fuente lo designó Ciudadano Honorario. La Sociedad Nuevo-leonesa de Historia, Geografía y Estadística le otorgó la presea Capitán Alonso de León (2004).

En diciembre de 2003, el Honorable Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Nuevo León acordó por unanimidad otorgarle el máximo grado académico que entrega la institución, el Doctorado Honoris Causa. Esta misma distinción la recibió en el año 2012 por la Universidad Autónoma de Veracruz, en 2018 por la Universidad Autónoma de Coahuila, y en 2024 por el Centro de Estudios Universitarios, en Monterrey.

Ese año, recibió también la presea Selider, así como la distinción Profeta en su tierra.

Ha impartido conferencias en todos los estados del país sobre temas de política, historia y periodismo. 

Con su familia sostiene en el ejido Potrero de Ábrego, de Arteaga, Coahuila, un comedor para niños y ancianos campesinos.

Siempre ha vivido en Saltillo.

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