Rescata ViX la historia de Héctor Rangel, un queretano que cayó víctima del crimen organizado en Monclova.
Saltillo, Coah.- En Coahuila cayó una bomba que esparció violencia, la cual dejó miles de muertos y desaparecidos.
Fueron años de terror cuando los Zetas utilizaban el miedo como recurso para controlar “la plaza”.Esta época se exhibe en la serie documental Anatomía del Mal: El Caso Rangel, don-de se hace una radiografía de un tiempo oscuro que se vivió entre el 2009 y el 2011, la eta-pa álgida de la violencia en la entidad.El caso de Héctor Rangel, desaparecido en Monclova en 2009 junto a sus acompañantes es la base de este documental disponible en la plataforma ViX, y desmenuza el periodo de terror donde las desapariciones forzadas fueron invisibles a la sociedad a pesar de su alto impacto.
Los hechos hasta la fecha siguen representando una herida abierta en Coahuila.
Injusticia
A Héctor Rangel lo desaparecieron con sus amigos Milton Aguilar Torres e Irene Lugo Hernández. En su desaparición estuvieron involucrados policías municipales de Castaños y de Monclova, específica-mente los que en ese momento servían en el reten ubicado en el límite de los municipios. Los tres desaparecidos eran originarios de Querétaro y venían a cobrar la deuda que un cliente tenía con Héctor.
“Pareciera que fue más una emboscada”, relató Blanca Martínez, activista y defensora de los Derechos Humanos, quien funge como participante en el documental.
Entrevistada por Zócalo, Blanca Martínez explicó que el caso Rangel expone la forma en que la delincuencia operaba en Coahuila, en aquel tiempo las desapariciones ocurrían en grupo no eran individuales.
“Una de las características de los casos de desaparición es que eran de personas que des-aparecían en grupo. Podemos decir que de los casos que tenemos documentados entre el periodo de 2007 al 2014, más del 50% de los casos eran de personas que desaparecían en grupo, que no eran ciudadanos o residentes de Coahuila”.
La familia de Héctor ha luchado 15 años por saber qué es lo que fue de él luego de que desapareció en Monclova.
Arrancados de raíz
Otra particularidad interesan-te de las desapariciones en el estado era el perfil de las víctimas. Se desaparecía a los foráneos, personas originarias de otros estados, quienes manejaban vehículos con placas de otras entidades.
“La mayor parte de ellos eran originarios de otros estados, que estaban en tránsito por Coahuila, casi siempre por cuestión de trabajo, como en el caso de Héctor Rangel, que estaba relacionado con su trabajo que venían a cobrar una deuda del negocio de ropa que ellos tenían”, dijo Blanca Martínez.
“Después del 2014 o 2015 es que se empiezan a dar más desapariciones de residentes y cambian las estadísticas, en aquellos años eran fundamentalmente personas de otros estados”.
En Coahuila se desaparecieron a personas en edad productiva, hombres de entre los 23 y los 45 años de diferentes ocupaciones.
La desaparición masiva de personas con este perfil tenía dos causas. Una era la disputa del territorio y mantener el control sobre “la plaza”. Los delincuentes podían confundirlos con integrantes de cárteles rivales. Otra de las hipótesis que expone la activista es que las desapariciones en masa correspondían a que los obligaban a trabajos forzados dentro de alguna organización criminal.
“Al estar hablando de un perfil de hombres jóvenes en edad productiva con diferentes tipos de ocupaciones, por-que no era un perfil único, podías encontrar desde el ingeniero, el arquitecto, el soldador de alta especialidad, también un albañil, un estudiante, los contadores, gente de trabajo duro. Era gente con capacidad de trabajo, entonces de ahí la hipótesis de trata para el trabajo forzado”, precisó.
Heridas del pasado
La desaparición de Héctor Rangel, cuenta la activista, se dio en un contexto de extrema violencia en Coahuila: del 2009 al 2011 e incluso parte del 2012 fueron los años en que el Estado estaba tomado por la delincuencia.
Fue cuando ocurrieron hechos que hasta la fecha siguen representando una herida abierta en Coahuila: la masacre de Allende, la fuga masiva en el penal Piedras Negras o los campos de exterminio en La Laguna. Pero en realidad, dice Blan-ca, la violencia imperaba en toda la entidad.
Por ejemplo, Monclova representaba un punto estratégico para tener el control del estado, pues era una “plaza” importante y por ello allí ocurrieron muchas desapariciones.“Era todo el estado. Lo que pasa que Monclova, al ser el centro de Coahuila, obviamente se tenían que tener como plaza referencial. Se tiene que identificar militarmente cuáles son los territorios, las zonas que estratégicamente, desde una lógica militar, tienes que tener controladas”.
En aquel tiempo, el miedo era utilizado por delincuentes como un recurso para obtener el control.
Cuestiones eternas
Este control implica sobre la población, el territorio, las instituciones privadas y gubernamentales.
El miedo era utilizado como un recurso para obtener ese control. Para sembrar el miedo en la población, los delincuentes dejaban los cuerpos de sus víctimas expuestos en la vía pública y protagonizaban enfrentamientos en los bulevares más concurridos.
“La ‘barbarie’ de la violencia contra personas ocurre cuan-do te exhiben la violencia de tal manera. Lo que le puede pasar a una persona que co-labore o no en lo que le estén exigiendo como el pago de derecho de piso”.
Blanca Martínez señaló que siempre las preguntas necesarias para entender este fenómeno criminal es: ¿por qué y para qué los desaparecen? Esas son las dos grandes cuestiones de las familias que viven con la incertidumbre de no saber nada más de un ser querido.
Para Blanca, la realización de este tipo documentales es la forma de seguir visibilizando la desaparición forzada. Esa es la importancia de seguir generando contenido que expongan la realidad de hace dos décadas en Coahuila.
Llevarlos a la luz
Esto es en lo que coincide Silvia Ortiz, madre de Estefanía Sánchez Viesca Ortiz, joven desaparecida en Torreón, quien actualmente está en pláticas con un productor para que su caso sea expuesto también en una serie.
El objetivo es lograr que las autoridades no dejen los casos de larga data en el olvido, que esos casos sigan vigentes y que el Gobierno siga buscando a los desaparecidos de aquellos años oscuros.
“Se están resolviendo los ca-sos recientes, pero seguimos teniendo el grave problema de los de larga data, eso poco se está moviendo y tenemos que hacer ver el grave problema que tiene el Gobierno para resolver nuestra situación”.
Visibilizar
Por ello, Silvia Ortiz, también dirigente del colectivo Grupo VIDA, destacó la importancia de que siga visibilizándose el fenómeno criminal de la desaparición de personas, sobre todo los casos que ocurrieron hace casi dos décadas y que en aquel tiempo eran invisibles para la sociedad.
A diferencia de un homicidio, donde se tiene un cuerpo, la desaparición es un delito continuo y permanente, es decir, es un crimen que mientras no se resuelva sigue lacerando a los familiares de la víctima, es una tortura constante generada por la incertidumbre de no saber dónde se encuentra su ser querido.
Hasta la fecha la pregunta sigue siendo “¿dónde están?”. Pero aún no hay respuesta, a pesar de las acciones del Gobierno, de los rastreos de las madres buscadoras, de las investigaciones que realizan las Familias Unidas, sigue sin llegar ese alivio de saber algo de ese ser querido desaparecido.
La implacable búsqueda de un ser querido
En la serie, la activista Blanca Martínez y miembros del Ministerio Público y agentes especializados explican el impacto que fue para la sociedad de Coahuila la guerra del narcotráfico declarada por el expresidente Felipe Calderón, la captación de los milita-res por parte de los cárteles y el asentamiento de Los Zetas.
En el segundo capítulo, El Dolor, Brenda y Arlette Rangel narran la búsqueda que realizaron por su propia cuenta, cómo fue que los trabajadores de la entonces Procuraduría General del Estado las intimidaran para que desistieran e incluso tuvieron que salir huyendo por las amenazas.
En el penúltimo capítulo, El Polvo, las buscadoras cuentan que visitaron varias casas de seguridad donde posiblemente estaba su hermano, pero no tu-vieron éxito, hasta que se topa-ron de frente con los criminales, quienes les pidieron “no levantar el polvo”.
Finalmente, en el capítulo 4, La Semilla, Brenda explica que a pesar de los hallazgos que le entregaron a las autoridades, estas nunca tuvieron la voluntad de buscar y encontrar a su hermano.