‘Vivimos en un universo xenófobo, transfóbico, lesbofóbico’:Fe

Saltillo, Coah.- Fe, así se nombra, tiene 30 años, es mujer trans, originaria de Tamaulipas y de 1.80 metros de altura. “Soy una jirafa, eso es un poquito notorio, soy esa morra blanca con un piercing en la nariz que te leerá tu carta astral”, dice a manera de presentación.

Su vida ha estado llena de adversidades y retos, una de sus mayores satisfacciones es ser maestra de danza contemporánea en Monterrey, sus alumnas la aprecian y le empezaron a llamar Miss Fe, un personaje de la película Matilda, su favorita, con una niña fuera de serie y poderes únicos. Al principio se identificaba con Matilda, por falta de comprensión y ser distinta a los demás, pero con el tiempo se identificó con la maestra, la señorita Miel, comprometida con ofrecer seguridad y amor a sus alumnas para que sean felices.

“Con el paso del tiempo aprendí que yo soy mi propio lugar seguro, que no debo juzgarme por mis miedos del pasado y descubrí que me convertí en una chica mágica”.

Es como es y los padres y madres de familia la respetan y una de ellas le dijo “maestra, muchísimas gracias por las clases tan bonitas que da a las niñas, pero sobre todo muchísimas gracias por esa enseñanza de amor y aceptación que nos dio a mí y a mi esposo”.

“Siendo honesta, no entendía el porqué de sus palabras y después de pensarlo una y otra vez, caí en la conclusión de que yo era su primer referente trans. Todo trabajo es un trabajo digno”, dice, al señalar que decidió no laborar en los trabajos en que se encasillan a las mujeres trans, como estilistas.

Su perseverancia en el trabajo le ha valido el reconocimiento de los demás, más allá de verla con morbo, se han dado cuenta que es una persona con aspiraciones y metas en la vida, pues a final de cuentas, como la mayoría de la gente, debe trabajar y rendir cuentas al Sistema de Administración Tributaria.

“Dos de cada 10 infancias con las que voy a trabajar serán una persona queer y/o trans, pero creo que debemos alentar a todas las infancias a ser ellas mismas, proteger a ese niño modosito o a esa niña que no quiere ser una princesa. Toda infancia queer merece un referente de eso, que nos vean vivir y estar presentes”.

“El camino es difícil por sí sólo, aparte vivimos en un universo xenófobo, transfóbico, lesbofóbico, donde aparte los recursos naturales se están acabando, a nadie le importa, hace un chingo de calor y aparte ¡maldita sea! los reptilianos comen bebés. Perdón, se me mete la loquita de las conspiraciones, típico de Acuario”, dice.

Para terminar, Fe asegura que no hay nada más punk que ser feliz. Y una persona trans puede ser la doctora que le salvará la vida a usted en un momento crítico de salud; la abogada que le ayudará en un caso legal, y puede ser la tía argüendera que le ayudará a entender lo que significa la sexualidad.

“Yo soy la hija, soy la hermana, soy la amiga, soy la bailarina, soy la vedette, soy la maestra, soy la señorita Miel y si tiene chance, por favor, abrace y dígale a su Matilda que todo va a estar bien”, dice, a manera de despedida.