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Día de Muertos: los ritos yaquis y mayos duran todo un mes
Grupo Zócalo
Zócalo | Monclova
hace 11 months
Ciudad de México.- En el corazón del sur de Sonora, los grupos indígenas Yaquis y Mayos celebran el Día de Muertos con rituales ancestrales que destacan por su riqueza cultural y profundidad espiritual. Estas etnias, conocidas por preservar sus tradiciones, mantienen viva la memoria de sus seres queridos fallecidos a través de ritos y actos colectivos que se extienden a lo largo de un mes.
A diferencia de muchas otras regiones de México, donde las festividades del Día de Muertos se concentran en los primeros días de noviembre, los Yaquis y Mayos han desarrollado una celebración que abarca varias semanas y combina elementos de sus propias creencias con influencias católicas.
Uno de los aspectos más notables de esta festividad es el “Alumbrado de las Ánimas”, que marca el inicio de las celebraciones. En este ritual, las comunidades decoran las tumbas de sus seres queridos con velas y flores, creando impresionantes y coloridos altares en los cementerios. Este gesto simboliza la bienvenida de las almas de los difuntos, quienes se cree que regresan para visitar a sus familiares.
Los pascolas y su danza
Otro componente central de las festividades es el “Danze de los Pascolas”. Los pascolas son danzantes que, ataviados con máscaras y trajes elaborados, recorren las calles interpretando danzas tradicionales. Estas danzas representan un vínculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos, y son consideradas una forma de honrar a los antepasados.
En el ámbito doméstico, las familias preparan altares en sus hogares, donde colocan ofrendas de alimentos, bebidas y objetos personales que solían pertenecer a los fallecidos. Estos altares, conocidos como “ofrendas”, son una manifestación de cariño y respeto hacia los seres queridos que han partido. Además de elementos como el pan de muerto, las flores de cempasúchil y las veladoras, las ofrendas también incluyen platillos típicos de la región, como tamales y atole.
El aspecto religioso de las festividades es igualmente importante. Las comunidades Yaquis y Mayos suelen llevar a cabo misas especiales en las que se mezclan elementos de sus creencias tradicionales con la liturgia católica. Esta combinación de rituales refleja la influencia de la evangelización en estas comunidades, que lograron preservar muchas de sus tradiciones a pesar de la conversión al cristianismo.
Tradiciones que no mueren
En un mundo donde las tradiciones ancestrales a menudo se ven amenazadas por la modernidad, los rituales del Día de Muertos de los Yaquis y Mayos de Sonora son un testimonio de la riqueza cultural y la profundidad espiritual de estas comunidades indígenas. Estas festividades no solo honran a los que han partido, sino que también mantienen vivas las tradiciones y la identidad de estos pueblos, transmitiéndolas de generación en generación.
Estas comunidades han logrado preservar tradiciones que abarcan tres ritos principales: los mortuorios, relacionados con la pérdida de un ser querido; los alusivos al Día de Muertos; y los centrados en la Pasión de Cristo.
Los rituales para celebrar el Día de Muertos comienzan su preparación desde el 24 de octubre, cuando se inicia la instalación de los altares o tapanco. Los Mayos, por ejemplo, utilizan ramas de mezquite y carrizo para construir la estructura de su altar. Este altar se adorna con una variada selección de elementos que incluyen alimentos, flores, fotografías y velas.
Uno de los aspectos más llamativos de estos altares es su altura, ya que para estas comunidades, los difuntos ya no pisan la tierra, pues se consideran seres del alma. Los Yaquis, por su parte, retiran las ofrendas el 2 de noviembre, mientras que los Mayos optan por mantenerlas hasta un mes, aunque solo con flores, agua y veladoras. Al finalizar este período, se despide a los difuntos con un “lonchi”, una ofrenda de alimentos, y se les pide que regresen el próximo año.
En la cosmovisión de ambas etnias, las cruces y las flores no solo están relacionadas con la muerte, sino que también son elementos fundamentales de su vida cotidiana. Cada hogar indígena tiene una cruz de madera en su frente de manera permanente, y las flores forman parte del “huya ania” o emblema de ese mundo terrenal que existe después de la muerte.
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