Magistrade: un símbolo de la comunidad LGBTIQ+

Saltillo, Coah.- La muerte de Jesús Ociel Baena Saucedo, el primer magistrade del país, consternó a la sociedad mexicana y muy especialmente a la saltillense, pues nació, creció y se formó en Saltillo, comenzando una historia de activismo social que marcó huella a nivel nacional en defensa de la comunidad LGBTIQ+.

El magistrade, de 38 años, logró que tanto en el Tribunal Electoral de Aguascalientes, como en el INE, le reconocieran como persona no binaria, creando un precedente para que quienes no se identifican como hombre o mujer sean reconocidas también.

“El magistrade siempre llevó un mensaje de inclusión, un mensaje de respeto e igualdad, un mensaje que hoy en día se intensifica. No nos queda más que pedirle a Dios por su eterno descanso y pedirle a la justicia que esclarezca el caso. Decirle a la justicia mexicana que no quede impune”,

señaló Karla Llamas, de Jóvenes Prevenidos, A.C.

‘No nos quitaron a un activista, nos quitaron a un hermano’

Su familia recibió la noticia con gran dolor, sin entender qué pudo haber pasado y sin creer que el magistrade se haya quitado la vida o haya reñido con su pareja, creen que hubo alguien externo a la pareja que le arrebató la vida.

“Te fuiste haciendo lo que más te gustaba mi hermane, pero dejas un gran hueco en nuestro corazón… enséñanos a estar sin ti… no nos quitaron a un activista, nos quitaron a un hermano, tío, primo, sobrino, esa gente sin piedad”,

escribió su hermana Dulce Baena.

Aceptación y solidaridad

Apenas supo que era diferente a los demás, en su adolescencia, comenzó un proceso para aceptarse a sí mismo, y nunca se negó pese a los cuestionamientos que tuvo que hacerse por su formación católica, ya que cursó la primaria en el colegio Francisco de Urdiñola.

Ya en sus primeros años de juventud, luego de vivir el retiro de Alvernia, nunca ocultó sus preferencias, narró uno de sus amigos de esa época, Adal Alberto de la Peña.

“Para mí fue una persona muy valiente, porque nunca escondió su orientación, que en ese tiempo era muy común entre los chicos de la iglesia, nunca escondió lo que sentía y siempre fue una persona muy servicial”.

“El Chique”, que vivió más de dos décadas en la colonia Roma, es recordado como alguien muy inteligente y responsable por sus excompañeros de la Secundaria Técnica 73, y también por sus excompañeros de la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC, en la que se graduó en la licenciatura en Derecho.

El magistrade se había convertido en un referente de la defensa de los derechos de la comunidad LGBTIQ+, y su legado va mucho más allá de atreverse a vestir con falda, tacones y usar ropa de hombre también, es una historia de aceptación y solidaridad en la que su legado persistirá, pues ya ha tenido reconocimiento legal.

“Justamente se había encaminado en colaborar con la defensa y promoción de los integrantes de la comunidad LGBTQ, principalmente de las personas no binarias o género fluido, en temas de legalidad, reconocimiento, validación y que es súper importante el legado que Ociel hace al mundo civil”,

comentó el director de Espacio Diversidad A.C., Edwin Morquecho.

Irrumpió con fuerza el funcionario con falda

Su labial resaltaba entre la barba rasurada; sus vestidos dejaban ver sus piernas velludas y sus tacones eran ruidosos, pero lo que realmente impresionaba era la fuerza con la que defendía sus ideales.

Jesús Ociel Baena Saucedo acaparaba las miradas a donde quiera que iba, y más cuando mostraba con orgullo la bandera LGBTQ+, ya fuera en sus videos de TikTok, en mesas de diálogo y en las sesiones del Tribunal Electoral de Aguascalientes, donde era magistrade.

Baena Saucedo se enfrentó a lo largo de su vida a la discriminación, a las burlas, a la falta de espacios en los puestos públicos, y eso le dio la fuerza para abrirse camino en un mundo que no está listo para ver a un funcionario con falda.

En su última entrevista con Zócalo, el magistrade, ataviado con un vestido corto, un saco sastre y una mascada, su cabello bien peinado y sus labios rojos, evidenció la urgencia de visibilizar a la comunidad LGBTQ+ y evitar que la cuota arcoíris fuera sólo una simulación.